UN CONFLICTO QUE SE AGUDIZA

Amargo divorcio en Sudán

Por Jean-Baptiste Gallopin*
A un año de la independencia de Sudán del Sur, las tensiones con su vecino del norte, la República de Sudán, están lejos de aplacarse. Las disputas por la renta petrolera y el accionar de las milicias locales vuelven más inciertas las difíciles tentativas de armonía entre ambos países.
Soldado del SPLM/A en un campo de petróleo, Sudán del Sur, 22-4-12 (Goran Tomasevic/ Reuters)

El 23 de enero de 2012, el presidente sursudanés Salva Kiir anunciaba ante el Parlamento que el Consejo de Ministros había “decidido por unanimidad interrumpir inmediatamente toda actividad petrolera en Sudán del Sur y suspender la circulación del petróleo crudo del país con destino a la República de Sudán” (1). Esta medida respondía a la confiscación por parte de Jartum de una parte de la producción sursudanesa, y llevaba a un punto culminante el conflicto entre ambos Estados sobre la distribución de los ingresos de los hidrocarburos.
El petróleo es vital para la joven República, independiente desde julio de 2011 (2): representa el 98% de los ingresos de su administración. En estas circunstancias, la suspensión prolongada de la producción amenaza con un derrumbe de las ya debilitadas estructuras estatales, asestando el golpe de gracia a las esperanzas de estabilización de la región tras décadas de guerra civil (ver cronología).
El 9 de julio de 2011, mientras Sudán del Sur celebraba su independencia, el presidente sudanés Omar Al Bashir viajó a la capital del nuevo Estado, Juba, junto a otros dirigentes internacionales. Su presencia marcó el reconocimiento por parte de Jartum, luego de múltiples tergiversaciones, de la división del país.
Sin embargo, muchas preguntas seguían sin respuesta. Los desacuerdos giraban especialmente en torno al reparto de la renta petrolera y la deuda pública, así como al trazado final de la frontera común. Quedaba también pendiente la organización de la seguridad regional.

Una guerra de milicias

Los dos Sudán parecían condenados a ponerse de acuerdo. Tanto en el Norte como en el Sur, el petróleo representa la principal fuente de divisas e ingresos fiscales. Pero, sobre todo, la interdependencia de ambos países en este sector es total: uno controla las reservas, el otro la infraestructura para la exportación. Sin acuerdo sobre los derechos de paso y refinamiento por parte de Jartum, ambos se exponen a una crisis económica catastrófica.
En agosto de 2010, negociadores de ambos lados se reunieron varias veces en la capital etíope, Addis Abeba, para llevar a cabo interminables e infructuosas negociaciones. Posteriormente, las relaciones no dejaron de deteriorarse debido a divisiones internas en las élites dirigentes, a su tendencia a redoblar la apuesta y a su incapacidad para afrontar los conflictos locales en las zonas fronterizas.
La invasión por parte del ejército sudanés al distrito disputado de Abyei, en mayo de 2011, es decir, dos meses antes de la independencia oficial del Sur, marcó el comienzo de la crisis. El estatuto de esta zona fronteriza, aunque de mínima importancia estratégica, debía resolverse mediante un referéndum consultivo local organizado paralelamente al de la secesión del Sur. Pero Jartum impidió su celebración y se apoderó de la totalidad del territorio. Los combates que estallaron entre ambos ejércitos alcanzaron un nivel sin precedentes desde el acuerdo de paz de 2005. El mensaje parecía claro: el Norte estaba dispuesto a utilizar su superioridad militar para controlar las negociaciones.
El ejército sudanés se volvió entonces contra los miembros del Movimiento / Ejército Popular de Liberación de Sudán (Sudan People’s Liberation Movement/ Army, SPLM/A, el movimiento rebelde actualmente en el poder en Juba), presentes en su territorio: seis mil combatientes en el Estado nordista de Kordofán del Sur (3) y cuatro mil cien en el Estado de Nil Bleu (4), ambos limítrofes con Sudán del Sur y cuyas poblaciones, más africanas que árabes, son cultural y políticamente cercanas al Sur.
El 5 de junio de 2011, el ejército nordista y sus milicias aliadas lanzaron una ofensiva de envergadura contra los miembros del SPLM/A –estuvieran armados o no– presentes en Kordofán del Sur. El 1º de septiembre de 2011, el conflicto se extendió a Nil Bleu. Tras el bombardeo de su residencia, Malik Agar, quien dirige el SPLM/A-Norte (SPLM/A -N), se refugió en el monte y llamó al derrocamiento del régimen de Jartum. El 8 de septiembre, anunció la escisión entre su movimiento y el partido en el poder en Juba. Una nueva guerra civil acababa de estallar.
Mientras tanto, Jartum y Juba continuaban negociando, librando una guerra económica impiadosa. En mayo de 2011, Sudán impuso restricciones al comercio transfronterizo con el Sur, cuya actividad depende en gran medida de las importaciones provenientes del Norte (5). En julio de 2011, ambos gobiernos, sin llegar a un acuerdo, pusieron cada uno en circulación una nueva moneda. La tasa de cambio de la libra sursudanesa y la nueva libra sudanesa fluctúan a causa de la incertidumbre ligada al clima de crisis fiscal y de tensión, lo que obliga a los bancos centrales de ambos Estados a echar mano de las reservas de divisas de por sí débiles para prevenir devaluaciones masivas.
A su vez, cada uno hace uso de la fuerza, directa o indirecta, para obligar al otro a replegarse. El Norte provee un apoyo logístico y militar a las diferentes milicias rebeldes que operan contra el gobierno sursudanés (6), y bombardeó el territorio de su vecino en varias oportunidades a partir de noviembre de 2011.
Al gobierno de Juba, por su parte, le cuesta mantener la ficción de la separación con los rebeldes del SPLM/A-N. Éstos utilizan a su antojo Sudán del Sur como base de retaguardia, al igual que los del Movimiento Justicia e Igualdad (Justice and Equality Movement, JEM), parte de cuyas tropas abandonaron actualmente Darfur en dirección a Kordofán del Sur. A fines de marzo de 2012, el ejército sudista, el JEM y el SPLM/A-N lanzaron una ofensiva conjunta sobre Heglig, un campo petrolero fronterizo, dando muestras de un nivel de coordinación sin precedentes.
Ahora bien, el SPLM/A-N y los grupos de Darfur, actualmente aliados bajo la égida del Frente Revolucionario de Sudán (Sudan Revolutionary Front, SRF), apuntan a un cambio de régimen en Jartum. La creciente implicación del Sur en el SRF y la intransigencia de los negociadores sudistas, comenzando por Pagan Amum (cercano a los dirigentes del SPLM/A-N), hacen temer pues que una parte de la elite política en Juba se haya sumado a este objetivo.
Los países occidentales y China esperan que un acuerdo bilateral sobre los derechos de tránsito del petróleo permita impedir una nueva guerra Norte-Sur; pero las grandes potencias se muestran incapaces de imponer un acuerdo. Washington, cuyo apoyo histórico a los sudistas y antagonismo con el Norte limitan su capacidad, ve considerablemente reducido su margen de maniobra por una opinión pública decididamente hostil a Jartum. Mientras la atención de los medios de comunicación estadounidenses y el Congreso se focaliza en las violaciones a los derechos humanos cometidas por el ejército sudanés en Kordofán del Sur, resulta imposible para la administración de Barack Obama ofrecerle, a cambio de la paz con el Sur, un levantamiento -incluso parcial- de las sanciones estadounidenses adoptadas en 1997 y 2006, en respuesta al apoyo brindado por Sudán al terrorismo, y a la represión en Darfur. En su lugar, luego de años de complacencia, Washington trató de ejercer presión sobre Juba, logrando, el 2 de mayo pasado, la aprobación en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas de una resolución que amenaza con sanciones a los dos Sudán.

Peligroso equilibrio

En cuanto a Pekín, su influencia es también incierta, a pesar de sus estrechos lazos con los protagonistas. Principal actor del sector petrolero, en cuyo desarrollo había participado junto a Jartum durante la guerra civil, China había logrado desde 2008 acercarse a Juba. Sin embargo, sus visibles esfuerzos de mediación no prosperaron. Frente a sus pares occidentales, los diplomáticos chinos se exasperan por su propia impotencia. A medida que las relaciones entre los dos Sudán se deterioran, el ejercicio de equilibrio de Pekín se vuelve cada vez más peligroso. En cambio, Juba sabe que puede contar también con Israel, que se involucró en 1955 en la rebelión del Sur (7).
Los obstáculos locales a un acuerdo siguen siendo múltiples. Dos compromisos parciales, uno sobre la integración del SPLM/A-N en el juego político sudanés, en junio de 2011, y otro sobre el estatuto de los ciudadanos sudaneses y sursudaneses en los respectivos territorios de ambos Estados, en febrero de 2012, fracasaron (8). El primero, negociado por Nafi Ali Nafi, mano derecha de Al Bashir, con Agar, fue denunciado por el presidente sudanés tres días después de su firma. El segundo se tornó obsoleto por los enfrentamientos en la frontera que, según se sospecha, fueron orquestados conjuntamente por el SPLM/A-N y una parte del ejército sudista, con vistas a impedir un acercamiento Norte-Sur.
Nada garantiza que un acuerdo sobre los derechos petroleros sea suficiente para apaciguar la situación. Probablemente fracasaría en poner fin a la violencia en Kordofán del Sur y Nil Bleu, cuyas causas son ante todo locales. Es probable pues que la frontera entre los dos Sudanes permanezca inestable durante los próximos años.

1. “Statement by H.E. Salva Kiir Mayardit, President of the Republic of South Sudan to the National Legislature on the current oil crisis”, 23-1-12, www.sudantribune.com
2. Léanse Gérard Prunier, “Le régime de Khartoum bousculé par la sécession du Sud”, y Marc Lavergne, “Chronique d’une indépendance annoncée”, Le Monde diplomatique, París, febrero de 2011.
3. “Unmis report on the human rights situation during the situation in Southern Kordofan, Sudan”, United Nations Mission in the Sudan (UNMIS), informe interno, junio de 2011.
4. “In Need of review: SPLA transformation in 2006-2010 and beyond”, Small Arms Survey, Ginebra, noviembre de 2010.
5. “South Sudan border row ‘causing shortages’”, 18-5-11, www.bbc.co.uk
6. “Fighting for the spoils: Armed insurgencies in Greater Upper Nile”, Small Arms Survey, noviembre de 2011.
7. Véase “Pourquoi le Soudan du Sud est un allié stratégique d’Israël”, 20-3-12, www.slateafrique.com
8. “Sudan says cessation of support to rebels prerequisite to peaceful relations with south”, 30-3-12, www.sudantribune.com


Cronología

1º de enero de 1956. El país accede a la independencia. En agosto de 1955, estalló una rebelión en el Sur.
Octubre de 1964. Una insurrección popular pone fin al régimen militar instaurado en 1958.
25 de mayo de 1969. Golpe de Estado encabezado por Gaafar Al Nemeiry.
Marzo de 1972. Acuerdos firmados en Addis Abeba con la rebelión para la instauración de una autonomía en el Sur.
1983. El régimen de Al Nemeiry decide aplicar la sharia. Comienzo en el Sur de una nueva rebelión dirigida por John Garang y su Movimiento / Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLM/A).
Abril de 1985. Revuelta popular y fin de la dictadura militar.
30 de junio de 1989. Oficiales islamistas dirigidos por Omar Al Bashir toman el poder. La guerra con el Sur se intensifica.
9 de enero de 2005. Firma de un acuerdo con el SPLM/A, que prevé un referéndum de autodeterminación en el Sur en un plazo de cinco años.
2011. En enero, la población del Sur vota ampliamente en favor de la independencia, que se proclama el 9 de julio.

* Investigador especializado en Sudán de una organización internacional de defensa de los derechos humanos. En este artículo expresa su opinión personal.

Traducción: Gustavo Recalde

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