CONVOCATORIA NACIONAL CONTRA EL FEMICIDIO

La violencia en el medio

Por Laura Oszust*
En Argentina es asesinada una mujer cada 30 horas víctima de violencia de género. La convocatoria #niunamenos abre las puertas a la reflexión sobre la sociedad y la cultura. En este contexto ¿qué rol cumplen los medios de comunicación ante este tema?
Rep («Rep para todos», Capital intelectual)

La violencia de género se convirtió en uno de los temas más mediáticos por estos días. La convocatoria #niunamenos, realizada por el colectivo de mujeres periodistas, intelectuales y artistas tuvo mucha repercusión y logró que el tema no sólo esté en agenda pública sino que se establezcan demandas como: la declaración de Emergencia Nacional en Violencia de Género; inversión seria para el abordaje de la violencia de género; aplicación de la Ley de Protección Integral a las Mujeres 26.485 sancionada en el año 2009 (1), entre otras. De esta manera, lo que se presentaba sólo como una marcha en contra de la violencia de género, luego entró en la arena política.

Aparte de la visibilidad en las redes sociales hubo un aumento en los espacios dedicados a la temática en la prensa. Pudimos mirar y escuchar a las víctimas en los distintos programas donde eran invitadas para hablar. Conocimos sus historias. Denunciaron su calvario. De allí que podamos afirmar que los medios pudieron ser utilizados como un servicio, en este caso de denuncia, pero ¿qué rol asumen ante esta problemática?

Vergüenza y prejuicio

Como se mencionó anteriormente, se pudo observar un incremento de los testimonios y análisis respecto del femicidio en televisión, gráfica y radio. Es el caso del programa de Fabián Doman (Canal 13), en el cual invitaron a la cantante Laura Miller para contar los episodios de violencia que vivió (y sigue viviendo) con su ex pareja. En el transcurso de su relato una panelista le preguntó: “Circuló una foto tuya con un supuesto nuevo novio, ¿puede ser que esto lo haya enojado más?”. La denunciante se ofendió ante la pregunta, ya que se estaba justificando la violencia. Miller le contestó que la fotografía era vieja y que, además, tenía derecho a rehacer su vida y que eso no justificaba que la golpeen y hostiguen. Pero en primer lugar, apoyó sus argumentos en la antigüedad de la foto, lo cual, de no ser así, en definitiva era una manera de otorgar razones al agresor, tal como lo hizo la panelista.

Esta misma responsabilización de la víctima pudo verse claramente en el caso de Melina Romero, una joven de 17 años que fue asesinada y encontrada en una bolsa de basura el 23 de septiembre en José León Suárez, a la vera del río Reconquista. Metáfora perfecta para el pensamiento del femicida: la mujer es desechable.

Melina fue descripta por los medios como una “fanática de los boliches que abandonó la secundaria”, «se levantaba todos los días al mediodía», «iba a bailar tanto al turno matiné como a la noche, con amigos más grandes», «en su casa nadie le controló jamás sus horarios y más de una vez se peleó con su mamá y desapareció unos días» (2). Es clara la alusión al poco control que tenían los padres sobre la joven, que tenía amigos más grandes y que no estudiaba; lo cual da como resultado que “era obvio que le podía pasar». El estereotipo de ser mujer, joven y de clase baja, habilita a que te condenen a la muerte o que seas, como afirma Ileana Arduino, «la mala víctima» (3). De esta manera, mientras la responsabilidad sea de la mujer, no se habla del culpable.

Otro ejemplo del tratamiento de la violencia de género es el de Showmatch. Desde hace unos años se critica a este programa por cómo cosifica a la mujer, pero igual llama la atención el tratamiento que se le dio a la convocatoria #niunamenos. En el estudio estaba la bailarina Gisela Bernal hablando con Marcelo Tinelli sobre su ex marido, del cual había sufrido violencia física y amenazas de muerte. Bernal termina de contar su historia y Nacha Guevara (quien dijera en los años 90 «Me gusta ser mujer») realiza la difusión de la marcha, a la que se adhiere Tinelli, resaltando cuántas mujeres mueren por día y lo importante de la denuncia. Bernal termina de bailar y pasan a la siguiente pareja, Gladys Florimonte, quien ingresa vestida del personaje «Zulma de Tinelli». Baja por la escalera, todos ríen y Tinelli dice a cámara: «Está más fea que antes». A tan sólo veinte minutos de hablar de la violencia de género, ¿reírse de la supuesta fealdad de una mujer, humillándola frente al público, no lo es?

Todos conocemos los estereotipos o imágenes que tenemos sobre la mujer: no sólo debe estar hermosa y radiante, trabajar, obtener un título, sino que también tiene el deber de ser madre y de tener un marido. Por más que sea legal el matrimonio igualitario, la mujer ES con un hombre.

Si uno piensa que este paradigma machista y patriarcal quedó obsoleto, preguntémonos por qué los creativos siguen produciendo publicidades en las cuales la mujer limpia la cocina, lava la ropa, se encarga del baño (gracias a un producto que inventó un hombre musculoso pero que no se anima a meter la mano en el inodoro), si le duele la cabeza está histérica porque le vino (4) y no puede enfermarse porque debe divertir a sus hijos (5). Los roles están definidos y las maneras de ser también, construidos con prejuicios y escalas de valor, y si no se entra dentro de estos cánones se te excluye, la mujer queda en los márgenes del sistema.

Al no cumplir con estas expectativas, las mujeres son responsables de todo lo malo que les pueda llegar a pasar, son culpables. Estas reglas tienen siglos de historia y consolidación. Las distintas instituciones socializadoras por las que transitamos nuestra vida (familia, escuela, trabajo) reafirman esos valores, que corresponden a un sistema cultural machista. Del mismo modo, los medios de comunicación llevan la reproducción de los estereotipos al extremo, naturalizando ciertos mitos que parecieran antiguos: «la mujer débil físicamente», «la mujer ama de casa», «la mujer sensible/histérica», «la mujer bella».

Hecha la ley…

La reproducción que realizan los medios es tenida en cuenta por la ley de Protección Integral a la Mujer (26.485/09), en la cual se caracterizan distintos tipos de violencia a la mujer, entre ellas la simbólica: “La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad” (6); y además la ley establece modalidades de violencia, entre las que encontramos la violencia mediática: “Aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”(7).

Por lo que se pudo ver en el recorrido de las situaciones mediáticas analizadas todas ellas contribuyen a la generación de estos contenidos, su muestra cotidiana se refleja en que todos escuchamos y hasta dijimos alguna vez que la chica que aparece desnuda en la tele o la revista era una “trola”, una cosa que no piensa y, aunque lo haga, le será vedada toda oportunidad de expresarse seriamente.

Al mismo tiempo, los medios que también prejuzgan y maltratan a la mujer se suman a una convocatoria que intenta proteger a las mujeres. Así de paradójico e hipócrita es el mensaje de los medios de comunicación, pero ellos tienen la obligación de estar presentes, de defender una causa a la que nadie se opondría públicamente.

Los medios siguen naturalizando sus mensajes, noticias, chistes, personajes, y se necesita de la autocrítica para poder transformarlos. Estas contradicciones son las que intentan esclarecer el fenómeno del tratamiento del femicidio, ya que la comunicación no puede ir separada de la cultura construida por su sociedad. Y una sociedad con un sistema de valores machista no puede producir un sistema de medios que no lo sea y, que al tratar este tema, no sea hipócrita. 

Sólo una profunda toma de conciencia y autocrítica de la sociedad y de sus medios de comunicación podrían modificar radicalmente esta situación.

1. http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/150000-154999/152155/norma.htm

2. «Una fanática de los boliches que abandonó la secundaria», Diario Clarín, 13 de septiembre de 2014.

3. “La mala víctima», Ileana Arduino, Revista Anfibia, septiembre de 2014.

4. Publicidad Ibuevanol Forte «Será porque te vino», donde una chica se queja de distintos hechos del día y un coro de hombres le grita: «Será porque te vino».

5. Publicidad Vick Vitapyrena, donde la mujer engripada le dice a la hija: » Pilar, disculpa, necesito un día de descanso», la nena la mira desilusionada y una voz en off afirma: «Las mamás no tienen días libres».

6. http://www.jus.gob.ar/areas-tematicas/violencia-de-genero/tipos-y-modalidades-de-violencia.aspx

7. Ibídem

* Lic. en Comunicación Social. De la redacción de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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