FISURAS EN EL REINO UNIDO

Los dilemas de Escocia

Por David Graves*
El pueblo escocés decidirá por referéndum el 18 septiembre su permanencia en el Reino Unido. Más allá del resultado, y de las motivaciones independentistas –desde el nacionalismo cívico del Partido Nacional Escocés hasta el programa socialista de la izquierda– la consulta evidencia que la autoridad de Londres es vista con recelo y que los devastadores efectos de la crisis favorecen los secesionismos.
© Mike Goldwater/Alamy/Latinstock

Hacía varias horas ya que la luz del atardecer se había desvanecido en Easterhouse, una urbanización  de familias de bajos recursos al este de Glasgow. Los arcos dorados de McDonald’s y una proyección de gran tamaño con la leyenda “Sí” como texto iluminaban el estacionamiento del centro comercial Shandwick Square. Una niña de unos 12 años repartía etiquetas autoadhesivas rosas que también decían “Sí”. La madre la vigilaba, al tiempo que distribuía atados de materiales de campaña entre los 45 colaboradores que se disponían a trabajar esa tarde.

Se trataba de miembros de la Campaña Radical por la Independencia (RIC, por su sigla en inglés), un grupo alineado no partidario que propugna el voto positivo en el referéndum por la independencia de Escocia, que tendrá lugar el 18 de septiembre de este año. Más allá del, a menudo, enconado debate entre las dos campañas principales –la proindependentista Sí Escocia y la unionista Mejor Juntos– la RIC estaba poniendo en marcha una importante ofensiva apuntada a ganarse los corazones, las mentes y los votos de los escoceses con un discurso explícitamente socialista.

El Partido Nacional Escocés (SNP, por su sigla en inglés) lleva más de 80 años exigiendo la independencia de Gran Bretaña; durante varios de los últimos 24 años, la conducción del partido ha estado en manos de Alex Salmond. Tras obtener una mayoría sin precedentes en el Parlamento Escocés en 2011, el SNP se aseguró la realización de un referéndum nacional para dirimir la pregunta “¿Debe Escocia ser un país independiente?”. La visión de nación independiente que alienta el SNP se basa en un “nacionalismo cívico”, progresista, inclusivo y descentralizado; jamás podría caracterizarse aplicando los tropos insidiosos que suelen asociarse con el nacionalismo.

John Curtice, profesor de Política en la Universidad de Strathclyde, señala que a comienzos de los años 80, una facción del partido conocida como Grupo de los 79  –liderada por un muy joven Salmond– “desempeñó un papel clave en la reorientación, al menos discursiva, del SNP en una dirección más afín a la socialdemocracia. A decir verdad, vista desde esa perspectiva, su trayectoria gubernamental puede sin duda cuestionarse”. Y es precisamente esa falencia la que la RIC, creada en 2012, apunta a subsanar. Jonathan Shafi, cofundador del grupo, dice: “No se trata sólo de un intento de obtener un voto positivo, sino un intento de asumir un nuevo compromiso con toda una serie de comunidades, del norte al sur de Escocia, que la gran política viene ignorando desde hace demasiado tiempo. Creemos que para Escocia, un voto por el Sí, significa más que un cambio de bandera. Queremos que el voto por el Sí vaya acompañado de un programa que propugne el cambio social radical”.

La izquierda unida

La RIC es creación del Grupo Internacional Socialista y ha logrado unir a los grupos de izquierda escoceses, que suelen caracterizarse por su fragmentación.
En Easterhouse, los activistas enarbolaron una pancarta frente a los fotógrafos de la prensa con la leyenda: “Gran Bretaña es para los ricos, Escocia puede ser nuestra”. Un hombre que integraba sus filas gritó: “¡Mírennos! ¡Esta es la tan temible y peligrosa mafia!”. Los políticos unionistas critican al grupo por ser excesivamente radical, incluso revolucionario; muchos integrantes del movimiento consideran esa crítica un halago. “Somos peligrosos, porque somos un peligro para su campaña”, dice Liam McLaughlan, un joven de 17 años.

Capitalizar (y el uso del término no es en absoluto cínico) las emociones de aquellos a quienes peor les ha ido en treinta años de neoliberalismo constituye un componente clave de la táctica de este grupo. Nicky Patterson cuenta con una vasta experiencia en campañas gracias a su participación en el Partido Verde. Cuando los grupos se pusieron en marcha, dio algunas indicaciones a los menos experimentados: “Tienen que hacer llegar el mensaje de que Westminster no está haciendo nada por nosotros, que no está haciendo nada por la clase trabajadora”. Se refirió a estos pequeños discursos ofrecidos por los activistas en el umbral de cada hogar como un “viaje” en el que los datos no importan tanto como conducir a los potenciales votantes en un recorrido por el relato, para que comprendan las deficiencias del actual sistema de gobierno  –privatización, falta de empleo, recortes a las prestaciones sociales, fracaso económico– y vean la independencia como una solución.

La fuerza persuasiva de este argumento atrajo a muchas personas que se acercaron al activismo por primera vez. Una camarera de 20 años, que había planeado votar No, cambió de idea al enterarse de que la decisión de las autoridades (con sede en Westminster) de declarar a 1.200 enfermos aptos para trabajar y de revocar, en consecuencia, sus prestaciones de la seguridad social, había provocado la muerte de esas personas. “De alguna manera sentí que si seguimos perteneciendo a una unión que, básicamente, dice que es correcto actuar así, tenemos las manos manchadas de sangre.”

Easterhouse integra el 5% de las zonas más desfavorecidas de Gran Bretaña: la expectativa de vida, de solo 71 años, es la más baja del Reino Unido. La RIC cree que si se obtiene el apoyo de estos vecindarios de clase trabajadora, el voto por el Sí logrará triunfar.

Los pobres por el “Sí”

Existen buenas razones para centrar los esfuerzos en estos vecindarios. Las encuestas realizadas por el grupo TNS-BMRB muestran que en el grupo socioeconómico DE (trabajadores manuales y trabajadores no calificados), el porcentaje de votantes que se inclinará por el Sí es 13% mayor que en el afluente grupo AB. No obstante, la RIC teme que el escaso empadronamiento represente un obstáculo, por lo que lograr que los votantes concurran a las urnas constituye un objetivo clave.

Pero si bien Curtice admite que el empadronamiento tiende a ser bajo entre la población con alto nivel de desempleo, también advierte: “La gente va a ir a votar. Está concitando niveles muy altos de interés, y no falta movilización en ningún sector de la sociedad escocesa”.

Las encuestas muestran a Escocia resueltamente inclinada en favor de un voto por el No. Según una encuesta de YouGov de  febrero de 2014, un 35% de la población está a favor de la independencia, y un 53% en contra.

Si la táctica de movilización de la clase trabajadora implementada por la RIC alcanzara sus objetivos, ¿bastaría para revertir el marcador? Según Curtice, no por sí sola: “Es verdad que la probabilidad de que las personas que tienen empleos rutinarios o viven en lugares desfavorecidos digan que van a votar por Sí en el referéndum es mayor. Pero no van a ganar el referéndum si sólo cuentan con ese sector de la población. Es mera estadística: no hay suficientes personas en esas condiciones”.

No obstante, el equipo se mostró exultante tras solicitar a los vecinos de Drumlanrig Avenue que calificaran el entusiasmo que les despertaba la posibilidad de un país independiente. Sus respuestas confirmaron la sospecha de que la decisión se basará, en última instancia, en consideraciones económicas. En la primera vivienda, la respuesta fue un voto por el Sí, a pesar de que se expresó cierta preocupación respecto de cuál sería la moneda en curso en una Escocia independiente. Los habitantes de la segunda vivienda estuvieron a favor del No, por temor a que el petróleo del Mar del Norte, el recurso del cual dependen muchas de las promesas del SNP, pronto se agote.

El resultado final de la encuesta informal realizada por la RIC mostró una tendencia mayoritaria de las zonas más pobres en favor de la independencia: 50% se manifestó a favor, 16% en contra y 34% estaba indeciso.

La última vivienda visitada reveló la presencia de una de las amenazas más significativas que enfrenta la campaña en favor de la independencia: la lealtad histórica de Escocia al unionista Partido Laborista.

Hasta hace muy poco, el Partido Laborista era una fuerza política monolítica en buena parte del territorio de Escocia: hay un viejo chiste que dice que cualquier mono con una cucarda roja puede obtener una mayoría cómoda en Glasgow. Si bien la influencia del Partido Laborista se ha debilitado (en 2011, el partido pasó a ser oposición), las lealtades tribales son de profundo arraigo. En las elecciones de concejales de 2012, los candidatos laboristas obtuvieron 64% de los votos, contra 30% del SNP. Suele decirse que son pocas las diferencias que separan a ambos rivales, más allá de la cuestión de la independencia. El apoyo del Partido Laborista a la permanencia de Escocia en el Reino Unido, cuya base fundamental reside en el temor a que su representación en Westminster resulte dañada por la independencia, mitiga la incomodidad que puede provocar a los socialdemócratas escoceses apoyar a una unión propugnada por los conservadores en Londres.

Buena parte de la retórica del movimiento pro independencia se orienta a minar esa lealtad: “La única ilusión vana es pensar que votando No y votando a los laboristas algo va a cambiar –dice Shafi–. Ninguna de las dos cosas cambiará nada. Lo único que sucederá es que seguiremos en la misma trayectoria descendente, tanto económica como políticamente.”

Pero Curtice hace hincapié en una preocupación más acuciante para el movimiento independentista, más aun para la rama que se identifica como de izquierda radical: “No queda del todo claro que la población piense que una Escocia independiente tendrá una sociedad más igualitaria, que esa noción implique alguna diferencia respecto de su voto positivo o negativo; ni siquiera existen datos contundentes que indiquen que Escocia es muchísimo más izquierdista que Inglaterra. Es una de esas cosas que a muchos escoceses les gusta creer acerca de su país. Pero la verdad es que los datos que respaldan esa afirmación son mucho menos sólidos de lo que a menudo advierten”.

En lo que respecta al joven McLaughlan, más allá de si Escocia está o no preparada para la revolución, de si pasa a ser una nación independiente o sigue formando parte de la unión, la RIC seguirá existiendo: “No nos desvaneceremos cuando llegue el 19 de septiembre. Estamos aquí para quedarnos”. 

Traducción: Elena Odriozola

Esta nota integra el EXPLORADOR GRAN BRETAÑA: El reino de las finanzas

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña tuvo que enfrentar la pérdida de su liderazgo mundial. En la búsqueda de su nuevo papel, de la mano de Margaret Thatcher, se embarcó en una revolución conservadora que se ha prolongado hasta nuestros días y ha conducido a que la City de Londres sea hoy la principal plaza financiera del mundo.

Disponible en kioscos y librerías de todo el país, o por suscripción haciendo clik aquí

 

banner-news-GB.jpg

* Periodista.

© Le Monde diplomatique, edición inglesa

Más notas de contenido digital
Destacadas del archivo