Protegerse de los «protectores»
Por Martin Mongin*
Impulsada por el clima de preocupación por la inseguridad -uno de los temas preferidos del discurso político- la participación de empresas privadas en misiones de seguridad pública va in crescendo: guardias de estacionamiento o de supermercado, vigilantes, alarmas... Gracias a las sociedades de vigilancia reina el orden. Pero aun cuando la función de estos agentes de prevención y seguridad es ante todo "económica", su banalización y los poderes de control que se arrogan, en las fronteras de lo legal, ponen en riesgo las libertades públicas.
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Ya sea en nuestro entorno cotidiano o en el conjunto del territorio, el número de vigilantes no deja de aumentar. Supermercados, playas de estacionamiento, galerías comerciales, oficinas, estaciones, vía pública, universidades, museos, espectáculos culturales y deportivos, e incluso iglesias y bibliotecas municipales 1: ya no existe un lugar en el...
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