Las trampas de la diversidad
Por Maurice Lemoine*
Ya sea que conciernan a un grupo discriminado, una nación relegada o una población oprimida, las reivindicaciones identitarias presentan siempre dos caras contradictorias. En períodos de crisis o de desarrollo, el poder de la memoria y de la solidaridad de las comunidades les confieren una capacidad de cohesión que los instrumentos de acción política tradicional no les proveen. Pero en la medida en que estos movimientos se repliegan cada vez más sobre sí mismos, sobre diversidades crecientemente numerosas, específicas y estrechas, contribuyen a desagregar el cuerpo social y a instaurar competencias y divisiones entre los dominados, ocultando las categorías existentes -como la de clase-. En América Latina, los movimientos indigenistas exponen claramente esta dicotomía.

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«Vivimos en mundos separados. Ellos viven en Bolivia, nosotros en el Collasuyo» 1. Constantino Lima, un hombre encantador, por cierto, dirigente del Movimiento Indígena Tupac Katari (Mitka), lanza duras imprecaciones contra los Q’aras -los blancos- de La Paz. «La Madre Tierra, la Pacha Mama, les dio Europa; reservó África para...
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