El retorno del gigante
Por Sebastián Etchemendy*
Como resultado del crecimiento económico y de la alianza con el gobierno kirchnerista, el sindicalismo peronista, al que muchos daban por muerto, resurgió. Y, al hacerlo, agitó un sentido común que, incluso desde el progresismo, tiende a caracterizarlo como unánimemente autoritario, poco representativo y patotero. Una mirada más atenta, sin embargo, permite distinguir las contradicciones de un modelo complejo, que garantiza a los trabajadores importantes beneficios, pero que al mismo tiempo se muestra renuente a la renovación y la democracia interna y es capaz de protagonizar episodios de corrupción y violencia.
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Allá por 2002, tanto desde sectores de la opinión pública como desde buena parte de las ciencias sociales, el diagnóstico era claro: la política de las clases populares en el presente y hacia el futuro ya no pasaba por el sindicalismo peronista tradicional, sino por los movimientos sociales, de desocupados...
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