Cartografías del aborto
Extender redes
Al volver hacia atrás en el tiempo se encuentra la fecha clave, cuando el aborto voluntario asomó nuevamente de los cascajos del relego: 1987. En ese año, en Buenos Aires, emergieron dos agrupaciones de mujeres, aunque con acentuadas diferencias entre una y otra, abocadas a pelear la correlación de fuerzas frente a la estrechez que planteaba la discusión en torno a su ilegalidad: Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) y la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA). De diferentes modos, ambas se propusieron disputar espacios y debates tanto dentro de las colectivas feministas como por fuera de ellas. Más tarde, apareció el grupo Elegir, el Foro por los Derechos Reproductivos y, tiempo después, Mujeres al Oeste. En cuanto a Católicas por la Libre Elección, surgió en el momento en que el conservadorismo neoliberal estadounidense ganó una amplia popularidad en las esferas tanto políticas como académicas frente al fracaso del modelo keynesiano, apenas desatada la crisis del petróleo en 1973.
Frances Kissling –una neoyorquina proveniente de una familia católica, educada en un colegio de la misma orientación e, incluso, integrada a un convento en su más tierna juventud–, en 1982 tomó las riendas de esta organización (1).
No por nada su historia personal se entrelazó con la historia recorrida por el movimiento feminista en la conquista por la despenalización del aborto en Nueva York, su ciudad natal.
Durante los dorados 60, Kissling fue una activista de base. Luego devino directora de una clínica de aborto y con tal acopio de experiencia, en 1977, presidió la Federación Nacional del Aborto en su país (2).
El carácter internacionalista del feminismo permite cruzar fronteras sin presentar pasaporte ni boleto de avión. De este modo, comienza una historia en Estados Unidos, salta al Uruguay y desembarca en Buenos Aires. Algo de ello sucedió con Católicas por el Derecho a Decidir. Como su nombre lo indica, esta agrupación reúne a las católicas más atentas a sus sexualidades, a la reproducción y al aborto desde una perspectiva ética y de derechos humanos. El espíritu de esta organización echó anclas en la Argentina hacia 1977, cuando Safina Newbery –parienta del pionero de la aviación argentina y discípulo de Edison– comenzó a difundir materiales con el objetivo de promover los derechos de sus pares, en especial los referidos a las sexualidades y la reproducción. No asombra entonces el enfoque vanguardista de esta importantísima figura desde el momento en que conformó las huestes iniciales de la histórica Comisión por el Derecho al Aborto, sin desdecirse de su procedencia católica.
Al armar el recorrido genealógico de esta agrupación en América Latina, Católicas por el Derecho a Decidir, de América Latina y el Caribe (CDD/AL), se advierte que nació en el V Encuentro Internacional de Mujer y Salud que tuvo lugar en Costa Rica, en 1987, al entrar en contacto con la estadounidense Catholics for a Free Choice. Ante la convicción de que era necesario crear grupos locales para atender la situación de emergencia regional con las peculiaridades de los países que integran el continente, en 1989 se fundó la Oficina Regional de CDD para América Latina y el Caribe. Esta oficina funcionó en Uruguay con la coordinación de la médica feminista Cristina Grela. Esta montevideana de pura cepa está convencida de “que las católicas se hacen más abortos que el resto de la población” (3). Grela recuerda con gran cariño y, a la vez, con admiración, la labor persuasiva de Safina en expandir las redes del movimiento feminista, en especial entre las católicas.
Pasado un tiempo, dispusieron de sedes en México, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Perú y Colombia.
Mientras, mantenían relaciones cordiales con Estados Unidos, Canadá y España. En 1994, después de celebrado el Encuentro de la Red, en Caxambú, Brasil, se definieron los contenidos de la Carta de Principios. Entre los puntos nodales se encuentra “el respeto por la diversidad, la diferencia y la pluralidad como necesarias a la realización de la libertad y la justicia. Cabe destacar que desde sus orígenes CDD/AL se ha articulado con otras redes regionales: tales como la Red de Salud de las Mujeres de América Latina y el Caribe (RESLAM), el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM) y con las acciones que se llevan a cabo cada año el 28 de septiembre (4).
Entre idas y vueltas, este grupo tuvo que esperar hasta 1995 para disponer de un sitial en Buenos Aires. Por lo tanto, se configuró una red para retomar y actualizar la tarea emprendida por la intrépida Newbery, para postular la legalización del aborto y combatir los estrechos territorios de las mujeres dentro de la Iglesia Católica.
La unión hace la fuerza
Hacia 1990 surgió en Buenos Aires el grupo Elegir: Mujeres por el Derecho a la Anticoncepción y el Aborto Legal, fundado y coordinado por Silvia Coppola, junto con Claudia Pasquale y Analía Vitale. Coppola fue una conocida médica clínica y anestesióloga, además de haber sido la hija de la talentosa fotógrafa germanoargentina Grete Stern. Ella participó en los inicios de la Comisión por el Derecho al Aborto y más tarde en la convocatoria al Foro por los Derechos Reproductivos. También integró la Red Mundial de Mujeres para los Derechos Reproductivos y la Red Nacional por la Salud de la Mujer, en la Argentina. Elegir intervino en grupos con el objetivo –tal cual quedó asentado en su documento fundacional– “de que las mujeres dispusiesen de los medios necesarios para practicar esa libertad de ejercer su derecho a decidir y a elegir sobre el propio cuerpo; [y ] realizar una reflexión profunda, hombres y mujeres, para promover un debate serio sobre la práctica anticonceptiva y el aborto”. El listado de objetivos cerraba de esta manera: “Poner en práctica esa libertad de manera real, ejerciendo su derecho a Decidir y a Elegir” (5).
A pesar de su timidez, Coppola se presentaba junto con Safina Newbery en debates radiales y televisivos durante los primeros años del retorno de la democracia. Ambas, hidalgas, enfrentaban las descalificadoras posturas tanto de sacerdotes como de personalidades laicas católicas. En 1990, Elegir publicó el artículo “Una perspectiva feminista del derecho al aborto”, escrito por la constitucionalista Marcela Rodríguez; un listado de “Servicios de anticoncepción en la Argentina” y el “Panorama legal sobre Anticoncepción y Aborto. Informe de la Coyuntura”. En noviembre de ese año apareció también el ensayo La penúltima batalla de la moral dogmática, escrito por Carlos Alberto Brocato (6). Seguramente, fue el primer artículo de un ensayista argentino sobre esta temática en nuestro país (7). Su objetivo se centraba en proveer argumentos en favor de la legalización del aborto, las sexualidades y contra la opresión hacia las mujeres; como así también desafectar el dispositivo de regulación y de reproducción que constituye la familia patriarcal. Para su autor, “estos debates son burlados y predomina ostensiblemente la posición oscurantista y conservadora de la derecha de la Iglesia Católica romana. Además, los antiabortistas se revisten de defensores de los derechos humanos, de la vida, con lo que logran un efecto que sorprende pues en la mayoría es conocido que tal defensa no se extiende de hecho más allá del feto. Las últimas décadas demuestran que el pensamiento oscurantista ha perdido la batalla contra la anticoncepción, que representó el verdadero choque ideológico. En cambio, el aborto lo potencia simbólicamente y como situación límite lo exacerba en el imaginario social. La palabra ‘vida’ no resuelve nada, ni a favor ni en contra del aborto. Porque tampoco el feto es una pierna, es algo reductible a la mujer que lo contiene” (8). Probablemente, Brocato haya proseguido los criterios de las antecesoras feministas de otros tiempos, que planteaban que la maternidad voluntaria era un paso decisivo en la emancipación femenina. De esta manera, sus palabras aún suenan como en un presente continuo.
El grupo Elegir no fue la única sorpresa que asomó en Buenos Aires: hacia comienzos de 1991, Silvina Ramos y Silvia Coppola convocaron a personas interesadas en el tema, provenientes de diferentes áreas de investigación y de acción. En ese encuentro se originó un espacio autónomo sin fines de lucro, de mujeres y varones, con una dinámica de encuentros. Se llamó Foro por los Derechos Reproductivos.
Rosenberg recuerda la presencia en ese lugar de reconocidos médicos con un extenso camino recorrido en el tema de la salud pública y la demografía y con un enfoque biomédico que incorporaba la reproducción y la anticoncepción: Domingo Olivares, Juan Carlos Escudero, Luis María Aller Atucha y el sociólogo Mario Margulis. Ellos asistieron a las primeras reuniones. Después se restringió su presencia porque la Red de Salud de la Mujer argentina no aceptaba organizaciones mixtas. De todos modos, luego de dos o tres años ya casi no participaban, por lo cual las integrantes aceptaron esa propuesta y se despidieron de sus compañeros.
El Foro por los Derechos Reproductivos defiende y promociona los derechos reproductivos vinculados con la salud reproductiva, entendidos como derechos humanos referidos a la libertad de elección de las mujeres y de las parejas en materia de reproducción biológica, a la decisión de tener hijos o no, cuándo y cómo tenerlos. Exhibe un perfil interdisciplinario y heterogéneo en la medida en que sus participantes adhieren a diferentes posiciones políticas, áreas de investigación y corrientes del feminismo. Desarrolla actividades y ofrece asesoramiento en instituciones públicas y privadas. También está conectado con centros de investigación y asistenciales, universidades, organismos gubernamentales y no gubernamentales de mujeres, asociaciones profesionales. Asimismo, organiza eventos nacionales e internacionales.
En un principio se formó una Comisión Coordinadora para participar de la Red Nacional por la Salud de la Mujer (9). A la vez, integraron la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos (10) y la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (11). Apenas comenzada su ruta publicó dos solicitadas, bajo la emblemática consigna, enarbolada anteriormente por la Comisión por el Derecho al Aborto (12). La primera apareció en la revista La Maga, el 26 de mayo de 1993. Dos días más tarde, en el diario Página/12, en forma de artículo en la sección de psicología, con el título “Firmas para la despenalización”. Al año siguiente, repitió la operación, en el mismo medio y fecha, con el título “Aborto, basta de silencio”, con el lema “Aborto legal para no morir, anticonceptivos para no abortar”.
En 1992, el Foro hizo una declaración de apoyo al proyecto de ley sobre Procreación Responsable en La Pampa. Además, elaboró un listado de servicios de anticoncepción existente en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. Un año más tarde, intervino en la Campaña por la sanción de la Ley de Salud Reproductiva. En 1996, integró la Campaña por los Derechos Sexuales y Reproductivos en el Estatuto de la Ciudad de Buenos Aires en estrecha relación con las y los estatuyentes. Además, a partir del taller de estudio “Repensando discursos y estrategias acerca del aborto”, invitó a los referentes de partidos políticos, las académicas y del movimiento de mujeres como así también del feminismo, a intercambiar conocimientos acerca de las experiencias a nivel internacional.
En 1996, esta organización llamó a un concurso de ensayos con el título: “Peligro para la vida y la salud de la madre”. En esa dirección, fueron citados representantes de los sectores académicos e intelectuales y feministas comprometidos activamente en la temática relacionada con el artículo 86 del Código Penal nacional. Un año más tarde, los trabajos se recopilaron en Aborto no punible. Poco tiempo después, se llevó a cabo un seminario: “Nuestros cuerpos, nuestras vidas: propuestas para la promoción de los derechos sexuales y reproductivos”. Con las once ponencias presentadas se publicó otro libro con el título del seminario. Consecuentemente, esta organización se integró al proceso de las luchas por el derecho al aborto legal junto con un ramillete de agrupaciones de mujeres y feministas.
La onda expansiva que se produjo durante esta década en la organización de grupos permitió que las mujeres del Gran Buenos Aires creasen su propio espacio. Así, al saber que un número significativo de compañeras no podían acceder, por falta de tiempo disponible como de recursos económicos, a las actividades que se llevaban a cabo en la Capital Federal decidieron sumarles, en 1995, la creación de Mujeres al Oeste. De acuerdo con las especificidades regionales, este ámbito feminista se comprometió a mejorar la calidad de vida de las mujeres y también de las y los adolescentes. Años atrás, habían probado suerte con un programa de radio, Aquelarre al Oeste, en FM En Tránsito, con el esfuerzo de cinco activistas que durante un largo período reflexionaron sobre cuestiones diversas. Después de concluido ese proyecto y con las fuerzas acumuladas se lanzaron a armar Mujeres al Oeste. Así, participaron en los encuentros nacionales y regionales.
En su documento fundacional explicitan reconocer “las diversas formas de opresión patriarcal y capitalista que se ejerce sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres de todas las edades. Nuestra tarea es hacerlas visibles y lograr a través del activismo social y político, como así también mediante diversos servicios, superarlas y erradicarlas de nuestras vidas y de las de todas las mujeres” (13). Desde sus orígenes, son activas promotoras del derecho a decidir sobre los cuerpos y las vidas. Por esta razón, trabajan para ejercer plenamente el derecho al aborto en un marco de legalidad y seguridad que no brindan actualmente la legislación y el sistema de salud de la Argentina. Han desarrollado los proyectos “Aborto seguro, derecho de ciudadanía de todas las mujeres” y “Mitos y realidades sobre el aborto”, como así también cursos de capacitación y actualización en aspectos médicos, psicológicos y jurídicos del aborto en contextos restrictivos.
Desde 2003, llevan a cabo talleres sobre esta temática específica. Trabajan en forma de asociación, independiente de los partidos políticos y de las instituciones públicas. El área de comunicación se compone de un centro de documentación, una biblioteca y dos páginas web. En el ámbito de capacitación y prevención organizan talleres, cursos, jornadas y seminarios en escuelas y centros comunitarios, tanto en su sede como en colegios profesionales. Para ello producen materiales gráficos, en forma de folletos que tienen una tirada de difusión gratuita.
Desde los orígenes de la lucha por el derecho al aborto estuvo presente en las primeras y principales agrupaciones. Ahora activa en su propio terreno. De esta manera, tanto Católicas por el Derecho a Decidir y el grupo Elegir como el Foro por los Derechos Reproductivos y Mujeres al Oeste comenzaron junto con otras agrupaciones feministas y de mujeres el recorrido que lleva a cabo la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Legal, Seguro y Gratuito.
1. http://cddelsalvador.wordpress.com/estado-laico/haciendo-memoria-catolicas-por-franceskissling/
2. “Yo aborto, Tú abortas, Todos callamos”, Cotidiano Mujer, Montevideo, 1989, p. 50.
3. “Por el derecho a elegir”, Página/12, Buenos Aires, 16 de junio de 1994.
4. http://catolicasporelderechoadecidir.net/cdd_redla.php?idr=3
5. Documento Elegir, Buenos Aires, julio de 1991, p. 1.
6. En abril de 2018 salió publicado en formato online el libro Anticoncepción y aborto. Últimas batallas de la moral dogmática, https://redeco.com.ar/descargas/send/2-documentos/436-anticoncepci%C3n-%B3n-y-aborto-%C3%BAltimas-batallas-de-lamoral-dogm%C3%A1tica
7. Carlos Alberto Brocato (1932-1996) fue poeta, escritor, ensayista y periodista. Colaboró esporádicamente en Hoy en la Cultura y fue cofundador de la editorial y de la revista La Rosa Blindada, importante medio poético, literario y político de los 60. Con el seudónimo de Cayetano Bollini dio rienda suelta a su expresión humorista y punzante. Escribió los poemarios La sonrisa del tiempo, Mundo de sucia lágrima y Furia.
8. Carlos A. Brocato, La penúltima batalla de la moral dogmática, Buenos Aires, Elegir, 1990, p. 12.
9. En 1990, un grupo de organizaciones de mujeres crearon la Red Nacional por la Salud de la Mujer. Se conformó para proporcionar un espacio de intercambio y apoyo mutuo entre las organizaciones y los grupos autónomos, para optimizar la comunicación interinstitucional y llevar adelante proyectos de trabajo comunes.
10. El 28 de mayo de 1987, se realizó en Costa Rica el V Encuentro Internacional de Salud de las Mujeres. Allí, las integrantes de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos plantearon luchar por una mayor participación en las políticas públicas en el área de la salud. Entonces se declaró el 28 de Mayo como el “Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres”.
11. Después de la reunión de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos, efectuada en Manila en 1990, se convocan, en San Pablo, las representantes feministas de casi toda América Latina. Como resultado, se crean foros sobre esta temática en varios países de la región.
12. En tanto, la Comisión por el Derecho al aborto en América Latina, el 28 de septiembre de 1992, publicó una solicitada en Página/12, invitando a la presentación de su proyecto de ley en el Parlamento. Dos años más tarde, el 8 de marzo de 1994, se publicó otra solicitada en el mismo diario, que anticipaba la intervención directa de la Iglesia Católica en la reforma de la Constitución Nacional, para incluir la cláusula antiabortista.
*Fragmento del capítulo VI: «Cartografías del aborto»
* Nació en Buenos Aires en 1950. Es ensayista y periodista. Activista feminista queer. Egresó de la Carrera Interdisciplinaria de Especialización en Estudios de la Mujer, UBA, 1991. Integra el Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Instituto de Investigaciones Gino Germani-UBA y también es parte del colectivo editorial Herramienta. Ahora participa de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y del espacio Socorristas en Red. Entre 1983 y 1993 colaboró en la revista Todo es Historia con la columna "Entonces La Mujer". También en la revista Feminaria. Escribe en el Suplemento Las 12 y en el Soy del diario Página/12, así como en el blog Damiselas en apuros. Publicó ensayos en varios libros, entre ellos: Estudios sobre la Sociedad y el Estado (Eudeba, 1986); Las mujeres en la imaginación colectiva (Paidós, 1992); De la Pluma a la Imprenta. Periodismo Femenino del Siglo XIX (Feminaria, 1995); Identidad: diversidad y desigualdad en las luchas políticas del presente. Teoría y Filosofía Política (Clacso/ Eudeba, l999); La diferencia desquiciada. Géneros y Diversidades Sexuales (Biblos, 2013); El aborto como derecho de las mujeres. Otra historia es posible (Herramienta, 2013). Es autora de Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política (Emecé, 2010).
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur