EL ATLAS DE LA ARGENTINA

El ascenso del PRO

Por José Natanson
Formado alrededor de Mauricio Macri por dirigentes sin mucho contacto con la política, el PRO logró romper la maldición de las terceras fuerzas y consagrar el primer presidente ni peronista ni radical de la historia argentina. 

Nacido igual que el kirchnerismo de las cenizas de diciembre de 2001, el PRO se formó a partir de la articulación de retazos de los partidos tradicionales, junto a un conjunto de personas que hasta el momento habían permanecido alejados de la política. ¿Quiénes eran estos recién llegados? Empresarios, CEO (decisivos en un mundo en el que la propiedad de los medios de producción se desliga cada vez más de la gestión concreta de las empresas) y profesionales de clase media y alta que venían canalizando su energía militante en las organizaciones de la sociedad civil, como Poder Ciudadano, Cippec, Grupo Sophia y Creer y Crecer.

Esta capacidad para atraer a militantes sin contacto previo con los asuntos públicos constituye el aporte original del PRO a la política y le confiere a su dirigencia un aire especial, una dimensión moralizante que enfatiza valores como la entrega y la generosidad para “donar” tiempo y esfuerzo a pesar de las dificultades que impone la política cotidiana (1). Esta imagen de “autoconstrucción moral” resume el núcleo implícitamente sacrificial de la militancia PRO: la idea de que el funcionario o militante, ubicado por el azar de su nacimiento en los pisos más altos de la pirámide social, podría estar triunfando en su mundo privado, profesional, deportivo o empresarial y que, en cambio, decide dar un paso y acercarse al Estado por el bien del país.

Formado a partir del liderazgo de Mauricio Macri, el PRO se construyó de menos a más. Sin insertarse en alguno de los partidos tradicionales pero lejos también de las propuestas testimoniales de las fuerzas de derecha clásicas como la UceDé, el PRO se formó como un típico partido de cuadros orientado a la toma del poder. Así, Macri se presentó en las elecciones para Jefe de Gobierno de 2003 y perdió contra Aníbal Ibarra, se candidateó a diputado nacional en 2005 y ganó, y luego, en 2007, fue elegido al frente de la Ciudad.

Desde aquel momento, la hegemonía porteña del PRO se fue afianzando. De hecho, el PRO ganó todas las elecciones locales que disputó, tanto con Macri como con Gabriela Michetti u Horacio Rodríguez Larreta (en 2009 la suma de las fuerzas del “espacio radical” lo superaron pero como se presentaron divididas terminaron perdiendo). El dominio del PRO en la Ciudad abarca tanto los barrios ricos del Norte como los pobres del Sur, resultado de una “estrategia multitarget” que combina políticas orientadas al espacio público (Metrobus, mejora de parques y plazas, pasos a nivel) con la probada eficacia de la red de asistencia social para las zonas más castigadas.

Soja

El salto a la arena nacional se produjo en 2015. De menos a más, Cambiemos, el nombre que adquirió el PRO tras aliarse con el radicalismo y Elisa Carrió, obtuvo un resultado decente en las PASO (30% contra 38% del Frente para la Victoria), sorprendió en la primera vuelta, cuando María Eugenia Vidal se impuso en la provincia de Buenos Aires, y terminó ganando el balotaje.

Las encuestas coinciden en que su apoyo tiene un claro componente de clase, con un sesgo a los sectores de mayor poder adquisitivo, y etario, con un respaldo nítido entre los mayores (2). Pero el corte más claro es geográfico: el PRO es, en esencia, el “partido de la soja”, potente en la zona núcleo, que registró sus mejores marcas, además de la Ciudad, en Córdoba, el Norte de la provincia de Buenos Aires y el Sur de Santa Fe.

Con una campaña astuta, la apuesta a candidatos propios y la decisión de explotar al máximo el rechazo que generaba el kirchnerismo en crecientes sectores de las capas medias, el PRO consagró el primer presidente de derecha elegido por los votos y el primero también que no pertenece ni al peronismo ni al radicalismo. Más allá del éxito o fracaso de su gestión, esto ya lo sitúa en un lugar novedoso, que expresa tanto la decisión de un sector de la sociedad de confiar en una fuerza nueva como la crisis de los partidos tradicionales abierta a partir del estallido de 2001.

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El voto núcleo

Mapas comparativos del voto al PRO en el balotaje y la zona sembrada con soja, 2015, en porcentaje Argentina, parte continental americana.

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Fuentes: ”La contracara del modelo”, www.ecoscordoba.com.ar, 11-1-2013; cobertura del balotaje, 26-11-15,www.andytow.com

1. Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Bellotti, Mundo Pro. Anatomía de un partido fabricado para ganar, Planeta, Buenos Aires, 2015.

2. María Laura Tagina, “Detrás de las encuestas. El perfil de los votantes”, Revista Anfibia, noviembre de 2015.


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