EDITORIAL EDICIÓN ESPECIAL LMD / UNSAM

El ritmo de la sociedad

Por José Natanson y Ariel Wilkis*
Los ciclos sociales y los ciclos políticos se mueven a ritmos distintos. Los procesos sociales no tienen la misma fecha de vencimiento que los cambios de gobierno y a menudo persisten en su inercia. El 10 de diciembre se producirá un cambio político en Argentina, pero la sociedad será, en buena medida, la misma. ¿Qué sociedad le espera a Alberto Fernández cuando llegue a la Casa Rosada?

Los ciclos sociales y los ciclos políticos son bailarines desacompasados; se mueven a ritmos distintos. Los procesos sociales no tienen la misma fecha de vencimiento que los cambios de gobierno y a menudo persisten en su inercia, descolocando a los políticos. Las dinámicas sociales –los procesos subterráneos que arman y desarman a los actores colectivos, a las subjetividades individuales, a las desigualdades– tienen una dinámica desacoplada de la rotación de los elencos gubernamentales. El 10 de diciembre se producirá un cambio político en Argentina, pero la sociedad será, en buena medida, la misma. ¿Qué sociedad le espera a Alberto Fernández cuando llegue a la Casa Rosada? ¿Qué hará el nuevo Presidente con lo que la sociedad hizo de él?

Este número especial de el Dipló, editado junto con el Instituto de Altos Estudios Sociales (Idaes) y la Revista Anfibia de la Universidad Nacional de San Martín, se propone radiografiar el cuadro social argentino, resultado tanto de los cuatro años de devastación macrista, como de procesos de más larga data. Incluye, en la primera parte, una serie de artículos políticos que indagan en los desafíos del peronismo que llega y del macrismo que se va, entre ellos una serie de escenas de costumbrismo político a cargo de Pedro Saborido. El dossier central está dedicado a relatar el presente de la sociedad argentina a partir de cuatro crónicas que componen un retrato descarnado de algunos de sus dramas más acuciantes. Por último, un conjunto de artículos que analizan en profundidad algunos de los rasgos más sobresalientes –el feminismo, el individualismo cultural, las formas creativas de resistencia– de esta etapa.

El punto de partida es el final del macrismo. Tras cuatro años de prometer un futuro que nunca llegó y de producir en su lugar un presente que se tornó cada vez más insoportable, Cambiemos le lega al próximo gobierno una sociedad impaciente. No sólo los acreedores privados e institucionales, los tenedores de bonos o el FMI aguardan una respuesta del Presidente; también lo espera una sociedad en estado de alerta, que ha demostrado que a pesar de los procesos de heterogeneización y polarización que viene atravesando desde hace décadas es capaz de defender derechos adquiridos e impulsar nuevas demandas.

Hasta ahora fue la campaña: en menos de tres meses, el Frente de Todos logró dejar atrás años de divisiones y construir una propuesta eficaz para canalizar el descontento popular con el programa socioeconómico del macrismo. La fórmula Alberto-Cristina de sensatez y sentimientos logró retener el voto duro del kirchnerismo y añadirle el electorado flotante de los indecisos y los moderados, en un movimiento que buscó cortar de un saque la larga década de dominio de la grieta y comenzar a suturar desde arriba, desde la política, lo que estaba fracturado abajo, en la sociedad.

Pero un juego muy distinto comienza cuando se trata de administrar un Estado provisto de recursos escasos –peor aun: endeudado hasta la médula– y obligado a lidiar con un mapa social volátil y complejo. La agenda del feminismo, el reclamo por el hambre en los barrios más castigados por el fracaso de la economía de Cambiemos, las subjetividades que persisten más allá de los cambios de gobierno (como el individualismo cultural), las nuevas formas de sujeción (producidas por el exacerbado endeudamiento de las familias), la persecución a los consumidores de drogas sin desarmar la lógica de narcomenudeo y la creciente precarización laboral constituyen núcleos duros de una sociedad que, al mismo tiempo que muestra una gran capacidad de movilización y creatividad, está empantanada en desigualdades que la violentan cotidianamente.

El contexto regional no ayuda. Lejos de la uniformidad de los años 70 (cuando la mayoría de los países de América Latina estaban gobernados por presidentes autoritarios), los 80 (cuando esos mismos países fueron recuperando uno a uno a la democracia), los 90 (cuando emprendieron, con distinta intensidad, el giro neoliberal) y los 2000 (cuando una ola progresista empujó a buena parte de la región hacia los mismos objetivos de inclusión y reconocimiento social), hoy América Latina aparece astillada en torno a múltiples líneas de fractura: la que divide a los países integrados a Estados Unidos de aquellos que cuentan con economías más autónomas; la que separa a las economías orientadas al Pacífico de aquellas más volcadas a la integración; la que diferencia a los gobiernos progresistas de los conservadores; la que separa a los presidentes de talante autoritario de los definitivamente democráticos…

La contrarrevolución y golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia, las manifestaciones contra el modelo pinochetista en Chile y las marchas que obligaron a retroceder al gobierno de Lenin Moreno en Ecuador muestran los movimientos regresivos y progresivos de sociedades capaces de movilizarse sobre fracturas tan profundas como trágicas. A la luz de estos acontecimientos, Argentina aparece como un oasis sereno en una región cruzada por la inestabilidad institucional y la violencia política. Si todo sale bien, Alberto asumirá tras unas elecciones impecables que redefinieron el mapa político sin más sobresaltos que los naturales en un contexto de reequilibro del poder. Por primera vez en casi un siglo, un presidente no peronista terminará su mandato en tiempo y forma. 

Y sin embargo, la dimensión institucional es necesaria pero nunca suficiente. Por dentro de los marcos institucionales se agita una sociedad integrada por múltiples grupos movilizados por demandas diferentes y hasta contradictorias, que viene de cuatro años de declive y sufrimiento y que le respira en la nuca a un gobierno que asumirá con el tiempo justo para comenzar a mostrar resultados. 

Edición especial
Argentina, fracturada y rebelde
Luego de cuatro años de crisis provocada por el macrismo, ¿qué sociedad le espera al gobierno de Alberto Fernández?

Escriben: José Natanson, Ariel Wilkis, Sol Montero, Pablo Touzon, Pedro Saborido, Estefanía Pozzo, Gabriel Túñez, Tali Goldman, Carlos Greco, María Florencia Alcaraz, Mariana Álvarez Broz, Eleonor Faur, Juan José Becerra, Luciana Garbarino y Nicolás Viotti.

Disponible en kioscos y en nuestra tienda online haciendo click aquí

 

* Respectivamente: / Sociólogo, decano de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (EIDAES).

UNSAM / Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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