UNIVERSIDAD NOVA DE LISBOA

Ideólogos del recorte

Por Owen Jones*
El “consenso político y social”, anunciado por el director de la delegación del Fondo Monetario Internacional en Portugal, sin duda cuenta con el aplauso de las élites locales. Pero la población rechaza las políticas de austeridad impuestas para el “rescate” del país.
Lluís Ràfols (www.mongelechiche.com.ar)

«Me basta con usar mi teléfono para contactar a un miembro del gobierno, al Primer Ministro e incluso al Presidente de la República”, suele vanagloriarse el profesor Ferreira Machado, decano de la Universidad Nova de Lisboa, la principal Escuela de Negocios lusitana. Luciendo la sonrisa de aquellos que no dudan de que el mundo les debe mucho, Machado es poco propenso a subestimar la influencia de su Escuela, ni la suya.

En septiembre pasado, una investigación de The Financial Times sugería que tal vez no estuviera equivocado. “En el punto culminante de la crisis de la deuda soberana de Portugal –relataba el diario británico–, la delegación de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se trasladó a Lisboa para negociar el acuerdo sobre el rescate del país por un monto de 78.000 millones de euros, desapareció de repente de la escena.” Sin embargo, en plena campaña para las elecciones legislativas, los portugueses esperaban conocer las panaceas que la “troika” –la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo (BCE)– se aprestaba a prescribirles. “De hecho, los dos alemanes y su colega danés habían abandonado su hotel por la mañana temprano, rumbo a un discreto desayuno en compañía de asesores de la Facultad de Economía de la Universidad Nova de Lisboa” (1). “Tenían muchas ganas de entender nuestro punto de vista”, confirma Machado.

Con sus largos corredores y sus muros desnudos, la Escuela Nova se parece por momentos a un hospital abandonado. Pero, como en cualquier universidad, grupos de estudiantes con sus manuales en la mano pasean sobre el césped del parque. La Escuela se financia con fondos públicos y los gastos de inscripción llegan a los 900 euros por año. Sin ser extraordinaria, es una suma sustancial en un país donde el salario mínimo apenas supera los 485 euros mensuales, con dos aguinaldos anuales (de verano y Navidad). Atraídos por el nivel de Nova en las clasificaciones internacionales, los estudiantes provienen de unos treinta países. En efecto, The Financial Times clasifica su master en finanzas entre las treinta mejores formaciones de ese tipo en el mundo, y los que logran su Master in Business Administration (MBA) europeo pueden aspirar a ganar quince veces el salario mínimo portugués (2).

También profesor en Nova, el ministro de Finanzas del anterior gobierno (socialista), Luis Campos e Cunha, no fue invitado a la pequeña reunión con la troika. Se encoge de hombros: “Nunca tuve necesidad de asistir a un desayuno para dar a conocer mi punto de vista”. “Después de todo –agrega– fui yo quien presionó para reducir el número de días no laborables y alargar la jornada laboral en media hora. Exactamente la solución que adoptó el gobierno.” ¿Su receta? “Me limité a escribir artículos en diferentes diarios y a conceder entrevistas.”

Una fábrica de ministros

“Nova es una elite intelectual más que una elite social”, insiste Machado, incluso si la distinción resulta a veces imprecisa (3). La universidad no sólo formó a la mayoría de los dirigentes políticos del país (como Vitor Gaspar, el actual ministro de Finanzas), sino que sus egresados o sus profesores se encuentran en los Consejos de Administración de las grandes sociedades portuguesas: por ejemplo, António Carrapatoso, el ex director general de Vodafone Portugal, o António de Sousa, presidente de la Asociación Bancaria Portuguesa y ex director ejecutivo (CEO) de la más importante sociedad financiera nacional, la Caixa Geral de Depósitos.

Aquí, la elite es a imagen y semejanza del país: compacta. Por lo tanto, los principales intelectuales, políticos y hombres de negocios se frecuentan desde hace mucho tiempo. Según Luís Macedo Pint de Sousa, un universitario a la cabeza de los servicios de lucha contra la corrupción en Portugal, la estructura constitucional del país favorece las “devoluciones de pelota” (restitución de favores) y el pasaje al sector privado: “Hay ministros que atribuyen muchos contratos a sociedades para las cuales trabajarán después. Nuestra Constitución prohíbe que los ministros ocupen más tarde un escaño en el Parlamento, cosa que, por ejemplo, no sucede en el Reino Unido; terminan, pues, en el sector privado”.

A la clase dirigente no se le escapó el interés de una escuela como Nova (y de las ideas que promueve). Máxime cuando la competencia se revela discreta, por no decir inexistente. “En Portugal hay muy pocos think tanks independientes –declara Campos e Cunha–. En consecuencia, son las universidades las que representan ese rol.” Por lo que los principales responsables políticos del país, de derecha o de izquierda, recurren a los miembros del cuerpo docente de Nova para agenciarse de sus lumbreras.

Las estrellas de la Escuela no lo dudan: su influencia se basaría esencialmente en la objetividad de sus investigaciones. Así, les gusta presentarse como “por encima de la contienda”. La Escuela propone opiniones que carecen de “compromisos emocionales”, exclama Machado, para quien Nova ofrece “un punto de vista informado, pero independiente”, que “no está sometido a ningún lobby”.

A pesar de esta pretensión de levitación social e ideológica, los profesores reconocen la existencia de un consenso en el seno de la Escuela. “A nivel conceptual –observa Machado–, estamos de acuerdo en la necesidad de aumentar la productividad, el libre comercio, la reforma del mercado laboral, el aumento de la competitividad y el rol del Estado. Los desacuerdos conciernen a la estrategia a corto plazo. Pero todos navegamos en la misma dirección.” Cuando se le pregunta, por ejemplo, si hay keynesianos en Nova, prorrumpe en carcajadas.

La democracia, una molestia

Los economistas de la Universidad concuerdan en identificar sus contribuciones más importantes con el “paquete” de medidas que condicionaron el reflotamiento del país: flexibilización del mercado de trabajo, recortes en el gasto social y aumento del impuesto al valor agregado (IVA). Es decir, exactamente la fórmula que se aplicó en Grecia, Irlanda, España, Italia y que comienza a avanzar en Francia. ¿Acaso la influencia de Nova sobre la troika es menos decisiva que su capacidad para suministrar una legitimidad local a la austeridad que ya habían decretado Bruselas y Fráncfort?

Sea como sea, la receta no convence a la población. Cuando las dos principales federaciones sindicales lanzaron, el 24 de noviembre de 2011, la segunda huelga general de la historia de Portugal tras la dictadura, los manifestantes coreaban: “¡25 de abril siempre, liberémonos del fascismo!”, en referencia a ese día de 1974 en el que oficiales progresistas derrocaron el “Estado nuevo” del dictador Antonio Salazar, anunciando la Revolución de los Claveles.

Lejos de negar este antagonismo entre democracia y ajuste, los ideólogos de Nova lo asumen sin complejos: “Es cierto. Muy cierto. Ése es exactamente mi propósito”, opina el profesor José Neves Adelino, quien dirige el programa MBA de Nova y ocupa un puesto en los Consejos de Administración de varias sociedades. Hasta hoy, “los programas políticos se concebían para hacerse votar”, dice, proponiendo como ejemplo el sistema de salud pública. Pero, a sus ojos, un sistema universal y gratuito no siempre es viable: “Si se continúa garantizando un sistema de salud gratuito para todos, es simple: se agrega un 20% de deuda adicional. Y nos encontramos en una situación en la que no se puede asegurar el sistema que se pretende mantener”. Para Machado, “las democracias favorecen ampliamente el statu quo”. ¿Por qué? “Porque siempre se logra identificar quiénes son los perdedores de las reformas: grupos bien determinados, capaces de ejercer presión sobre los dirigentes políticos. Definir a quién va a beneficiar se revela más delicado: es a las generaciones futuras, a la comunidad en su conjunto.”

“Una de las líderes de la oposición fue muy criticada cuando exclamó: ‘¡Si tan sólo pudiera suspenderse la democracia por seis meses!’. Por supuesto –continúa Machado–, no era lo que ella preconizaba. Lo que quería decir es que el enfrentamiento entre reformas y democracia era ineluctable, y que las cosas serían mucho más fáciles si se pudiera poner a la democracia entre paréntesis.”

Pero Nadim Habib, director general de una escuela de management en Nova, conserva la esperanza: “Para ser honesto, al contemplar a los jóvenes que hoy tienen 18, 19 años, soy optimista en cuanto a la economía y la recuperación. Es ésta la generación que va a cambiar al país. Si no logramos influenciar a los dirigentes de hoy, las cosas serán diferentes con los que seguirán”. El decano asiente: “Más que la escucha del actual gobierno, prefiero tener la de la próxima generación de responsables”. ¿Serán votados? Nadie lo sabe. ¿Saldrán de Nova? Sin ninguna duda. 

1. Peter Wise, “Portugal: a degree of influence”, The Financial Times, Londres, 19-9-11.

2. “Business school rankings 2011”, The Financial Times, http://rankings.ft.com

3. Véase “Où se cachent les pouvoirs”, Manière de voir, Nº 122, abril-mayo de 2012.


EL  PLAN  DE  “SALVATAJE”

Un banco de prueba

“A veces tengo la impresión de que Portugal constituye un banco de prueba de aquello que el resto de Europa deberá soportar tarde o temprano si quiere reencontrar el crecimiento”, confía Nadim Habib, director general de un centro de formación en management en la Universidad Nova de Lisboa. Si Portugal sirve, efectivamente, de laboratorio para las políticas que se aplicarán en otros países, entonces las sociedades europeas podrían sufrir la transformación social más importante desde la caída del comunismo.
Después de Grecia e Irlanda, Portugal fue el tercer país de la Unión Europea (UE) que se benefició con un plan de “salvataje”. A cambio de una ayuda de 78.000 millones de euros (provenientes de la UE y del Fondo Monetario Internacional), en mayo de 2011, el gobierno aceptó reducir el déficit presupuestario del 9,1% al 5,9% del Producto Interno Bruto (PIB) de allí a fines del año 2012, y a 1,3% en 2013. Para alcanzar tales objetivos, el ministro de Finanzas Vitor Gaspar se comprometió a recortar el gasto público: de 50,5% a 43,5% del PIB de aquí a 2015. Un proyecto “sin precedentes” en más de medio siglo, concede dicho ministro (1).
La primera ola del programa de privatizaciones más radical de la historia de Portugal empezó en diciembre, cuando el Estado vendió a la China Three Gorges Corporation sus participaciones en la compañía Energias de Portugal. Una tras otra, la autoridad aeroportuaria, la compañía aérea nacional, el agua, la radio nacional y los transportes públicos deberían ser liquidados en los próximos meses.
Mientras se redefinen las fronteras del Estado, el nivel de vida de los trabajadores con ingresos bajos y medios sufre una inédita presión. El impuesto al valor agregado (IVA) sobre la electricidad y el gas natural pasó del 6% al 23%. En 2011, todos los trabajadores tuvieron que hacer frente a un impuesto a las ganancias excepcional, equivalente al 50% de un mes de salario. Como en otros países del sur de Europa, a menudo los funcionarios reciben dos meses de aguinaldo; se suprimieron para aquellos que superaban los 1.000 euros mensuales. Considerados en conjunto, los empleados del sector público vieron cómo sus ingresos se reducían en un 25% (2). El subsidio de los desocupados sufrió una rebaja del 17% para una prestación que ahora se limita a dieciocho meses. Los salarios del sector privado no salen mejor parados: el gobierno prolongó la jornada laboral en media hora, es decir el equivalente a quince días de trabajo –no remunerado– por año.
A comienzos de enero, invocando un descenso de la demanda interna superior al previsto y que día a día la austeridad debilita cada vez más, el Banco Central disminuyó sus previsiones económicas, anunciando para 2012 una contracción del 3,1% del PIB (3). Cuando el 13 de enero la agencia de calificación Standard & Poor’s rebajó la nota de nueve países europeos, Portugal fue considerado de “alto riesgo”. La agencia fundamentó su decisión en estos términos: “Estimamos que un proceso de reforma basado sólo en la austeridad fiscal corre el riesgo de tener un efecto inverso al buscado, en la medida en que la demanda interna se derrumba debido a la creciente inquietud de los consumidores a propósito de la seguridad del empleo y del monto de sus ingresos netos, lo que erosiona la recaudación tributaria nacional” (4).
A fines de 2011, Portugal logró su objetivo de déficit presupuestario, pero tan sólo porque retiró 5.600 millones de euros de activos de las cajas de jubilaciones del país (5). g

1. The Financial Times, Londres, 31-8-11.
2. “Fears of ‘cosmetic’ reform as Portugal austeriy bites”, The Financial Times, 24-11-11.
3. “Portugal Lowers Economic Outlook”, The Wall Street Journal, Nueva York, 10-1-12.
4. “When, oh when, will Europe face the truth?”, The Daily Telegraph, Londres, 16-1-12.
5. “Portugal raids pension funds to meet deficit targets”, The Daily Telegraph, 2-12-11.

O.J.

* Periodista. Autor de Chavs. The Demonization of the Working Class, Verso, Londres, 2011.

Teresa Garufi

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