6 MITOS SOBRE LAS MIGRACIONES

Mito 5: “Los migrantes les quitan la posibilidad de estudiar a los argentinos”

Por Organización Internacional para las Migraciones (OIM)*
La idea de que los migrantes ocupan lugares en el sistema educativo que les corresponden a los argentinos está muy arraigada. Sin embargo, las estadísticas demuestran que el porcentaje de migrantes sobre alumnos totales es bajo. En el marco de la Semana de la Migración celebrada por las Naciones Unidas, ponemos el foco en la importancia de la educación gratuita y universal para mejorar las oportunidades de las comunidades migrantes.
Max Ernst

La educación es uno de los principales factores que incide en la decisión de migrar (1). Si bien el trabajo tiende a ser el factor más importante en la búsqueda de mejores condiciones de vida, los motivos ligados a la educación adquieren cada vez mayor relevancia en el horizonte de posibilidades tanto individuales como familiares, especialmente entre los jóvenes que buscan destinos donde estudiar, perfeccionarse y ampliar las oportunidades futuras. Por este motivo, muchas comunidades sostienen proyectos migratorios que buscan favorecer la movilidad ascendente mediante la educación de las generaciones jóvenes (2).

Los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (3) muestran que las personas con educación universitaria tienen dos veces más probabilidades de migrar dentro de su país, y cinco veces más fuera del mismo, que quienes sólo han cursado la escuela primaria. En las últimas décadas se evidenció un rápido crecimiento de la movilidad internacional ligada a la educación, especialmente en el nivel superior. Mientras que en el año 2000 la cantidad de personas que cursaban estudios universitarios fuera de su país era de 2 millones, en la actualidad son más de 5,3 millones. Esta cifra representa el 2% del total de alumnos a nivel global; la mitad de ellos cursan estudios fuera de su región. Es probable que esta tendencia continúe en los próximos años (4).

En el caso de Argentina, la universalidad, la gratuidad y el prestigio de la educación nacional constituyen factores que atraen la migración, convirtiendo al país en uno de los principales destinos de estudio en la región, particularmente para ciudadanos del Mercosur (5). Según la Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA) (6), el 59% de las personas consultadas declararon haber migrado por motivos de estudio, entre otros factores.

La internacionalización de la educación, la distribución geográfica de los centros educativos, el crecimiento de un mercado de educación superior, como así también la circulación de remesas y su impacto en la educación, son procesos que conforman estos “circuitos globales del conocimiento”. Sin embargo, quienes emigran en busca de trabajo y de mayores ingresos pueden también retornar con mejores calificaciones y habilidades para aportar a sus sociedades. Puesto en cifras porcentuales, las remesas que estas personas envían permitieron aumentar el gasto educativo en más del 35% en 18 países de África y Asia y en más del 50% en América Latina (7).

El momento de la vida en el que las personas consideran o concretan la migración es un factor que condicionará sus decisiones de manera rotunda, ya sea que estas impliquen invertir en la educación, interrumpir los estudios o adquirir ciertas experiencias y resultados educativos. Por todo esto, no debe desestimarse el hecho de que las trayectorias personales y/o familiares de buena parte de la población que transita los distintos niveles educativos en Argentina se encuentran atravesadas por la migración. Esto nos enfrenta a múltiples desafíos para la inclusión educativa de la población migrante.

Historizar rápidamente este panorama nos lleva a considerar que el sistema educativo argentino se estructuró desde un paradigma ambiguo: a la vez que buscaba incluir a más sectores sociales, como mujeres y niños, su mandato civilizatorio era asimilacionista y uniformizante (8). Basado en estereotipos sobre el supuesto atraso de América Latina y del “interior” del país, buscó borrar las marcas de origen de la población para adaptarla al modelo de sociedad europea. Estas directrices generaron una sospecha hacia la población migrante, especialmente la latinoamericana, percibida como un obstáculo para alcanzar el progreso.

Desde los programas y los manuales escolares también se abordó a la migración regional como “problemática”, incluyendo representaciones estereotipadas de inmigrantes y refugiados que tuvieron efectos perjudiciales a largo plazo (9). Tal es así que una de las responsabilidades que se le atribuyó fue la de ocupar espacios “no correspondidos” en las instituciones educativas, sobrecargando el sistema escolar: un discurso falaz que sigue vigente hasta nuestros días.

Veamos que aportan las estadísticas para contradecir el sentido común acerca de que “los migrantes le quitan la posibilidad de estudiar a los argentinos”.

 

Estudiantes migrantes en Argentina

Datos de la Dirección de Infraestructura y Equipamiento Educativo del Ministerio de Educación de la Nación revelaron que en 2016 sólo 1,53% de los estudiantes de los diferentes niveles educativos (exceptuando el universitario) habían nacido en otros países. Esto representaba 161.547 estudiantes sobre una matrícula total de 10.516.006 (10). El nivel inicial concentraba la menor participación de comunidades migrantes, apenas 0,59% del total, ascendiendo a 1,79% de la matrícula en el nivel primario, 1,72% en el secundario y 1,46% en el superior no universitario.

En relación con el nivel universitario, el último informe estadístico de la Secretaría de Políticas Universitarias (11) indica que en el período 2018-2019 los estudiantes extranjeros representaban 3,6% del total de los estudiantes de carreras de pregrado y grado, es decir 75.332 personas, y 9,4% de los estudiantes de carreras posgrado, o sea 14.642 personas. El informe destaca que el 94,8% procede de otros países de América. Quienes provienen de Brasil, Perú, Paraguay, Colombia y Bolivia se encuentran en su mayoría en pregrado y grado, mientras que aquellas personas originarias de Colombia, Ecuador, Brasil, Bolivia y Chile estudian carreras de posgrado. Por otro lado, 3,9% de los estudiantes universitarios provienen de países de Europa, mientras que 0,9% vienen de Asia, 0,3% de África y 0,1% de Oceanía. Un contundente 75,2% de estos estudiantes cursan en instituciones estatales.

Resultados recientes de la ENMA muestran que la población migrante en Argentina tiene en general un nivel educativo alto. Si se distingue por el tiempo de residencia, quienes llegaron más recientemente, sobre todo jóvenes-adultos del Mercosur que participan de los circuitos globales de conocimiento, muestran niveles educativos más altos. En porcentaje, 36% de quienes llegaron hace menos de 5 años se encuentra estudiando. En términos absolutos: actualmente 3 de cada 10 migrantes están insertos en algún espacio educativo (incluyendo otros mecanismos de formación permanente, como cursos de español, capacitaciones laborales y de culminación de estudios para adultos). Algo más de 2 de cada 10 migrantes han completado el nivel universitario, principalmente mujeres y población LGTBI+ (12).

En los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) las probabilidades de adquirir las competencias básicas en lectura, matemáticas y ciencias siguen siendo inferiores para las personas migrantes, sus hijos e hijas (13). Argentina, aun con una legislación progresiva en la materia, no escapa a la desigualdad que enfrenta la población migrante para acceder a la educación, sobre todo a nivel secundario y superior, en relación a la población nativa. Aunque los migrantes se encuentran insertos en el sistema de educación primaria, la proporción de quienes asisten a algún establecimiento educativo secundario en comparación con la población nativa es significativamente más baja. De acuerdo a la ENMA, 25 % de los migrantes tienen hijos cursando el nivel secundario, pero sólo el 6% de la población joven y adulta migrante cursa alguna de las modalidades de estudios secundarios.

 

Un derecho inalienable

La educación es una herramienta indispensable para defender la libertad y la dignidad humanas y una condición sine qua non para que las personas migrantes se conviertan en miembros de pleno derecho de la sociedad que integran. Sin embargo, esta aspiración legítima se enfrenta con obstáculos en la realidad, por la brecha existente entre las responsabilidades educativas que los tratados internacionales demandan asumir a los estados, y el ejercicio real del derecho a la educación para todas las personas (14).

La Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra la educación sin discriminación, al igual que otros tratados y pactos internacionales. En Argentina contamos, además, con la Ley Nacional de Migraciones, que prevé el acceso al derecho a la educación para las personas migrantes y sus familias, cualquiera sea su estatus jurídico y en las mismas condiciones que gozan los nacionales. La ley estipula que la irregularidad migratoria no es impedimento para acceder a establecimientos educativos públicos o privados de cualquier nivel, los cuales incluso deben orientar y asesorar a la persona para que subsane su situación. En segundo lugar, y en línea con estos principios, la Ley de Educación Nacional establece que deben disponerse las medidas necesarias para garantizar a las personas migrantes el acceso a los distintos niveles educativos y las condiciones para la permanencia y el egreso. Además, esta ley contempla la modalidad de Educación Interculturalidad Bilingüe (EIB) que reconoce los repertorios lingüísticos y culturales que coexisten en las aulas, promoviendo explícitamente su integración (15).

El derecho a la educación obliga a los Estados a dar acceso a servicios y a recursos financieros para que nadie se vea privado de las competencias escolares básicas (16). Se estima que el gasto anual de educación en el mundo asciende a 4,7 billones de dólares. De esa cantidad, el 65% se gasta en países de altos ingresos y el 0,5% en países de bajos ingresos (17). Los gobiernos son los mayores aportantes, pero los hogares también participan, y en ello las remesas tienen un rol considerable.

 

Argentina, aun con una legislación progresiva en la materia, no escapa a la desigualdad que enfrenta la población migrante para acceder a la educación.

 

Si bien existen procesos de integración regional, acuerdos bilaterales y cooperación internacional que buscan lograr la equivalencia de credenciales educativas, menos de la cuarta parte de las personas migrantes del mundo están cubiertas por un acuerdo bilateral de reconocimiento de cualificaciones y aprendizaje anterior (18). Los mecanismos existentes suelen ser fragmentarios o demasiado complejos para responder a las necesidades de las personas en movimiento, y acaban siendo desestimados. Para ello, en 2019 se firmó la Convención Mundial sobre el Reconocimiento de las Cualificaciones relativas a la Educación Superior, primer convenio mundial que busca una evaluación justa y sin discriminación, así como la ampliación del acceso a la enseñanza superior.

En Argentina, si bien los trámites de validación de títulos se han agilizado, aún siguen siendo muy dificultosos. A esto se suman las medidas tomadas por algunas universidades públicas que dolarizan aranceles (19) o demandan DNI para las inscripciones (20), desoyendo los tratados internacionales y la normativa nacional. Inclusive, la ENMA reveló las dificultades de la población migrante para cursar estudios durante el aislamiento por la pandemia, no sólo por la falta de servicios básicos como conexión a Internet en los hogares, sino también por la irregularidad documentaria. Sumado a esto, el director de la Cátedra UNESCO de Educación Superior, Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina, Daniel Mato, señaló que, a pesar de la perspectiva intercultural de la Ley de Educación, en la práctica el actual sistema de educación superior argentino sigue siendo monocultural y opera como un factor de extrañamiento para quienes finalmente acceden al mismo provenientes de comunidades indígenas, afrodescendientes y migrantes. Esto, sumado a factores como la necesidad de inserción laboral y condiciones de pobreza, entre otros, afecta sus trayectorias y posibilidades de graduación.

La práctica de migrar para estudiar es frecuente en casi todo el mundo, tanto a nivel interno como internacional, siendo tan habitual como la migración para buscar trabajo. Aún así, la participación de las personas migrantes en el sistema educativo argentino no impide el acceso a la educación a nacionales: su bajo porcentaje no representa un impacto económico importante, incluso en el nivel universitario. En este panorama restan atender una serie de desafíos presentes en los procesos de migración y educación, como las trayectorias educativas trasnacionales y las demandas por una formación que posibilite tanto la inclusión en el nuevo país de residencia, como la continuidad de procesos identitarios de las comunidades migrantes. Así como la práctica de migrar para estudiar es mundial, todas las sociedades proveen algún entrenamiento y criterios formativos, haciendo emerger procesos y concepciones distintas que, en ocasiones, disputan los significados normativos sobre educación (21).

En ese sentido, una mayor diversidad en todos los niveles educativos supone un reto, pero favorece el intercambio y el aprendizaje de experiencias que supera con creces los desafíos. La mejora de la educación puede contribuir a que personas migrantes y refugiadas realicen plenamente su potencial, con resultados que contribuyen positivamente al conjunto de la sociedad receptora; de lo contrario, no sólo se vulneran tratados internacionales y derechos, sino que también se proyecta una sociedad futura con serios problemas sociales (22).

 

1. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Informe de seguimiento de la educación en el mundo. Migración, desplazamientos y educación: construyendo puentes, no muros. Ediciones UNESCO, 2019.

2. Diez, M. L. “Jóvenes migrantes en contextos comunitarios escolares: debates sobre estudiar y trabajar”, en revista Sinergia, Nº 1, octubre 2020.

3. UNESCO, Op. Cit.

4. https://es.unesco.org/themes/educacion-superior/reconocimiento-cualificaciones/convenio-mundial

5. Jiménez Zunino, C. y Trpin, V. “Circuitos migratorios segregados”, en Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, agosto de 2020.

6. Debandi, N., Nicolao, J. y Penchaszadeh, A. P. (Coords.) Anuario Estadístico Migratorio de la Argentina 2020. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Red de Investigaciones en Derechos Humanos, CONICET, 2021.

7. UNESCO, Op. Cit.

8. Diez, M. L. Op. Cit.

9. UNESCO, Op. Cit.

10. Herrera, D. “El mito de la cantidad”, en Universidad Pedagógica Nacional y Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, julio de 2018. Disponible en: https://unipe.edu.ar/noticias/item/193-escuela-y-migrantes-igualdad-en-la-diversidad

11. Ministerio de Educación de la Nación. República Argentina. Síntesis de Información Estadísticas Universitarias 2018-2019.

12. Debandi, N., Nicolao, J. y Penchaszadeh, A. P., Op. Cit.

13. UNESCO, Op. Cit.

14. Coomans, F. “La educación para los migrantes: un derecho humano inalienable”, Correo de la UNESCO, 4, 2018, disponible en: https://es.unesco.org/courier/2018-4/educacion-migrantes-derecho-humano-inalienable

15. Diez, M. L., “Escuela y migrantes: ¿igualdad en la diversidad?”, en Universidad Pedagógica Nacional y Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Julio de 2018. Disponible en: https://unipe.edu.ar/noticias/item/193-escuela-y-migrantes-igualdad-en-la-diversidad

16. Coomans, F. Op. Cit.

17. UNESCO, Op. Cit. 

18. Ibidem.

19. https://elgritodelsur.com.ar/2020/10/escandalo-en-universidad-publica-dolarizacion-aranceles-extranjeros-resolucion-xenofoba.html

20. https://www.eldiarioar.com/politica/rechazo-estudiantes-abogados-activistas-derechos-humanos-decision-exigir-dni-argentino-estudiar-uba_1_8471288.html

21. Diez, M. L., 2020, Op. Cit.

22. Grimson, A. “Doce equívocos sobre las migraciones”, en Nueva Sociedad, Nº 233, mayo-junio de 2011.

* Texto elaborado por la OIM Argentina y María Luz Espiro

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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