“Necesitamos más mujeres en la política para fortalecer la democracia”
Gleisi Hoffmann es la primera presidenta mujer del mayor partido de izquierda de Latinoamérica y el segundo del mundo: el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil. Fue Jefa de Gabinete durante el gobierno de Dilma Rousseff y hoy es una referencia femenina de la política latinoamericana. En esta entrevista habla del lugar de la mujer en la política, de Venezuela y de la situación general en Brasil en medio de la crisis causada por la pandemia.
“Solo tendremos una sociedad justa, igualitaria y democrática, cuando toda su población pueda participar en los procesos de toma de decisiones. Hoy, desafortunadamente, la política que decide los destinos del país está ocupada principalmente por hombres. Basta decir que aquí, en la Cámara de Diputados de Brasil, de los 513 parlamentarios, solo 77 son mujeres”, denunciaba Gleisi Hoffmann en un video publicado en el canal de YouTube del PT de Brasil. El 23 de abril de 2018, Gleisi Hoffmann, como presidenta del Partido de los Trabajadores, junto con la ex presidenta Dilma Rousseff, lanzaba el proyecto “Elas por Elas” (Ellas por Ellas) diseñado por un grupo de mujeres del partido y dirigido, entre otros, por ella misma.
Gleisi Hoffmann ha sido abogada, asesora en la Asamblea Legislativa de Paraná (ALEP), en el gobierno municipal de Curitiba y en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional en Brasilia. Fue secretaria ejecutiva de gestión financiera en Mato Grosso do Sul, secretaria municipal de gestión pública en Londrina. En 1989 se unió al PT. En 2003 fue nombrada directora financiera de la represa Itaipu Binacional; era la primera vez que una mujer ocupaba este cargo. Poco después fue elegida Secretaria de Estado del Consejo de Mujeres y miembro del Directorio Nacional del PT. En 2008 se convirtió en la primera mujer presidenta del PT en Paraná. En 2010, se convirtió en la primera senadora mujer elegida por el Estado de Paraná. En 2011 fue nombrada jefa de gabinete durante el gobierno de Dilma Rousseff. En 2017 fue elegida por sus partidarios para liderar el bloque del PT en el Senado. También ese año fue elegida presidenta del Partido de los Trabajadores, la primera mujer en ocupar ese cargo, y reelegida en 2019, donde permanece hasta hoy.
De tradición católica, tuvo gran influencia de la teoría de la liberación, lo que la condujo a la militancia estudiantil, convirtiéndose en presidenta de la Unión Estatal de Estudiantes Secundarios de Paraná (UPES) y rápidamente en Directora de la Unión Brasileña de Estudiantes Secundarios (UBES). Fue la primera vez que una mujer ocupó ese cargo. Desde sus inicios, Gleisi defiende la igualdad de las mujeres en la política.
Usted ha tenido una fuerte influencia de la teoría de la liberación y otras fuentes teológicas del cristianismo que promueven la igualdad, la solidaridad, el amor y la fraternidad como mecanismos de construcción social. ¿Cómo ve a los líderes evangelistas que apoyan el gobierno de Bolsonaro que defiende los privilegios de clase, la acumulación de riqueza, el terrorismo institucional y la idolatría política?
Son tumbas encaladas. Limpias por fuera y podridas por dentro. Desafortunadamente la historia de la humanidad está llena de seres así. El mismo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo denuncia esto: “aquellos que predican algo que no creen y no practican”. De hecho, tuve mucha influencia de la teología de la liberación y de las enseñanzas cristianas para experimentar las cosas desde la lógica de los pobres, los pueblos oprimidos y la necesidad de traer las enseñanzas de Cristo el Libertador. No de esta religión, ni de esos preceptos que estas personas que hablan en nombre de Dios o de los principios cristianos predican o hacen.
Usted ya era Ministra Jefa de la Casa Civil durante el gobierno de Dilma Rousseff, fue líder del banco del PT en el Parlamento, hoy es la presidenta nacional del Partido. ¿Cree que se necesitan más mujeres líderes en la política?
Sin duda. La representatividad de las mujeres está muy por debajo de lo que realmente son en la sociedad. Las mujeres son la mitad de la población, y esa mitad de la población está subrepresentada en la política y en la toma de decisiones. Por lo tanto, no hay democracia sostenible si esto persiste. Es por eso que es muy importante que las mujeres estén presentes en la política, en puestos de representación, en puestos ejecutivos, ayudando a decidir la dirección de la vida en el país. Mi pelea siempre ha sido por eso. El equilibrio es lo que necesitamos para fortalecer la democracia.
Habiendo sido parlamentaria y parte del Ejecutivo, ¿cómo podría describir el sexismo y el machismo detrás de la escena de la política institucional brasileña? ¿Cuántas veces se ha sentido asediada o disminuida por ser mujer en los pasillos de las instituciones gubernamentales?
El machismo y el sexismo están en todos sectores de la sociedad, no sólo detrás de la escena política. Quizás en política se manifieste de manera diferente porque es un espacio donde se disputa el poder, y las mujeres siguen siendo una novedad. Su presencia no es masiva, o al menos no representan lo que realmente son en la sociedad. Y en la medida en que se disputa el poder, y el juego se pone más duro, el machismo está velado, pero es más fuerte, en el sentido de tratar de anular a las mujeres, de no dejarlas hablar, de interrumpirlas, de no reconocer su competencia, de hacer chistes. El machismo se manifiesta principalmente por la forma masculina de hacer política, de ejercer el poder y de tomar decisiones. Por eso es importante que las mujeres ingresen en gran número en la política, en puestos ejecutivos de toma de decisiones. Todavía estamos subrepresentadas. Es el menor número de mujeres lo que hace difícil enfrentar este estado de cosas que se perpetúan en el mundo de la disputa por el poder y la política. Creo que cuando las mujeres entren en este mundo en masa, o al menos representen lo que son en la sociedad, el 50% o más de las personas, todo eso tenderá a cambiar. Creo que veremos cambios esenciales en el mundo a partir de ahí.
Su viaje a Venezuela para acompañar la asunción del presidente Maduro fue muy criticado, especialmente por los sectores conservadores. Pero también hubo críticas dentro del campo progresista. Después de ver lo que sucedió en Bolivia, donde hubo un golpe de estado y hoy se practica la persecución ideológica y el racismo, ¿cree que la izquierda tal vez pueda comprender mejor la actitud del gobierno bolivariano para proteger las conquistas sociales?
Eso espero. De hecho, si toda la izquierda respetase lo que sucedió en Venezuela, que fue la elección legítima de un presidente (pudiendo estar 100% de acuerdo con él o no), sería un gran logro. Ahora lo que tenemos en Venezuela es conciencia y organización popular más allá del sistema democrático de elección. La gente allí se da cuenta de lo que es la lucha popular, la organización, la importancia de defender al país a pesar de todos los boicots, de las dificultades que enfrenta Venezuela, que es un país que aún necesita desarrollarse. Venezuela necesita mucho apoyo popular para fortalecer su economía, para mejorar sus condiciones. Hoy el país recibe ayuda de otros países. Creo que esto es importante. Y el hecho de que Venezuela haya resistido, mostró la farsa de Guaidó, y fue la movilización popular la que hizo que pudiera enfrentar el poder absurdo del imperialismo estadounidense. El pueblo venezolano ha demostrado que está siendo sometido y ha logrado establecer un proceso de paz en sus fronteras. Brasil, con su pequeñez política, nunca podrá enfrentar la organización que tiene el pueblo venezolano.
En un momento en el que los datos de la pandemia de COVID-19 muestran cómo el virus tiene mayor impacto en la población negra como resultado del racismo estructural de la sociedad brasileña, ¿cómo ve la pasividad de la Secretaría Nacional de Políticas para Promover la Igualdad Racial (SEPPIR)?
Esa secretaría hoy prácticamente no existe. Existía en los gobiernos de Lula y de Dilma, que tenían un compromiso efectivo de tener una Secretaría para la promoción de la igualdad racial; hubo un trabajo de política pública estructurado para eso. Hoy la Secretaría es más un adorno del gobierno, quizás más un órgano para ocupar cargos con el fin de satisfacer los intereses políticos del grupo de Bolsonaro. Pero, de hecho, no tiene poder ni acción política para cambiar efectivamente la vida de los negros en Brasil. Brasil entró en una fase fascista y racista. El pueblo negro en Brasil, que es el que vive en las periferias, está siendo sometido a un genocidio solapado. Las políticas que conocíamos con Dilma y Lula fueron políticas extremadamente importantes que cambiaron mucho la forma en que la sociedad brasileña se percibía a sí misma.
Hoy en día se habla de interseccionalidad para entender que existen múltiples sistemas de opresión, y hay quienes sostienen que la lucha principal es la lucha de clases, y que esa interseccionalidad solo sirve para dividir al campo progresista. ¿Cómo se posiciona en este debate?
Creo que la lucha económica es una de las más importantes, porque define la posición del individuo en la sociedad. El que tiene posesión, el que tiene dinero, el que gobierna, es el que puede oprimir. Por lo tanto, es una lucha importante, es una lucha por la supervivencia de las personas, por el derecho y el acceso a la alimentación, al empleo y a los ingresos. Pero es obvio que está vinculada a muchas otras luchas contra otras formas de opresión, como por ejemplo el machismo, los prejuicios contra las mujeres, el sexismo. Proviene de la ideología del capitalismo, que es el patriarcado, que termina llegando a todos los sectores de la sociedad que son diferentes a lo que el patriarcado considera “normal”, correcto: hombres blancos ricos que dirigen el sistema. Y quien no está dentro de este concepto se vuelve diferente, y lo diferente tiene que ser combatido. Pero la principal diferencia es que no tienen acceso a un mínimo de dignidad, de supervivencia. Por lo tanto, la lucha económica es importante. Pero cuando hacemos la lucha de clases desde una perspectiva económica, también luchamos contra la ideología que la respalda.
¿Cuál es la posición del PT con respecto a una posible solicitud de juicio político al presidente Bolsonaro?
A favor del juicio político. Estamos a favor de cualquier posibilidad prevista en la Constitución de expulsar a Bolsonaro. Lo que estamos proponiendo, y queremos garantizar en este proceso, es que si Bolsonaro fuera removido, la sucesión no sea del vicepresidente Mourão, sino se defina a través del voto popular. Por eso estamos promoviendo una enmienda constitucional que convoque a elecciones que se celebrarían 90 días después de la destitución del Presidente. Cualquiera sea el tipo de expulsión, lucharemos por esta enmienda constitucional. Pero ya no podemos tener acuerdos en la cima, donde la democracia efectiva y concreta que le interesa a la gente, donde la democracia que da acceso a la dignidad de la vida, la comida, el trabajo, el empleo, los ingresos, no es efectiva.
¿Cómo ve el futuro de Brasil después de la pandemia?
Lucho para que lleguemos al fin del neoliberalismo. El caso argentino nos abre una puerta de esperanza para que volvamos a tener otro proyecto de desarrollo inclusivo que aborde la desigualdad, que mejore la vida de la gran mayoría de los brasileños.
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* Periodista (Twitter: @juanmapdomongu1).
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