Nuestra irrelevancia estratégica nos salvó

Por Andrés Malamud*

La pandemia vino a ratificar algo que los latinoamericanos siempre nos negamos a aceptar: nuestra irrelevancia estratégica. No constituimos un polo de poder, como sí lo hacen Estados Unidos, China, Rusia y la Unión Europea. Tampoco tenemos alto potencial de crecimiento ni de daño, a diferencia de África que, en 2050, podrá haberse tornado el motor del crecimiento global o un foco de inestabilidad planetaria. Pero la irrelevancia estratégica ya nos salvó de la destrucción durante las guerras mundiales, y puede volver a hacerlo en un mundo cada vez más hostil y turbulento.

La irrelevancia nos confiere autonomía, libertad de acción: a las grandes potencias les importa poco lo que hagamos, y eso nos permite diversificar apuestas y difuminar riesgos. “Jamás fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana”, escribió Jean Paul Sartre. Quizás los latinoamericanos nunca hayamos sido tan libres como en el mundo distópico que se avizora.

Este artículo integra la serie: ¿Dejará algún saldo positivo la pandemia?, parte II. Volver a nota principal.

* Politólogo, Universidad de Lisboa. Autor de Adelante Radicales, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2019.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Más notas de contenido digital
Destacadas del archivo