ENTREVISTAS DIPLÓ | LEONARDO PADURA

“Una historia empieza con dos cables que se unen y termina 700 páginas después”

Por Luciana Garbarino*
Leonardo Padura

Desde Segur de Calafell, un pueblo cercano a Barcelona, en la casa de una amiga, Leonardo Padura concede esta entrevista mirando un mar que no es el de su tierra, pero es igual de bonito. La tranquilidad de ese pequeño pueblo contrasta con la convulsión de su patria. Nuestra conversación sucede semanas antes de las protestas de julio, por eso no se mencionan explícitamente. Sin embargo, el descontento que las provocó surge en varios momentos del intercambio, ya que el estallido es la culminación de un largo proceso de hastío y deterioro social y económico.

Padura, sin dudas el más grande escritor contemporáneo de habla hispana, está realizando su primer viaje desde que comenzó la pandemia. Pasó más de un año encerrado, lo que no le impidió seguir creando y publicar durante el año 2020 la novela Como polvo en el viento (Tusquets). Actualmente trabaja en una nueva de la saga de Mario Conde. A pesar de haber trabajado mucho durante ese día, dedica las últimas horas de ese atardecer de verano español para compartir con el Dipló sus reflexiones sobre el convulsionado mundo de la pandemia, la situación en Cuba y algunos de los secretos de su trabajo creativo.

En tu última novela, Como polvo en el viento (Tusquets), hablás, entre otras cosas, de un grupo de amigos que asiste al desmoronamiento del mundo que conocía. Esto me recordó una nota que escribiste para el Dipló (1), en la que decías que tenías esa sensación durante los primeros meses de la pandemia. Más de un año después, ¿conservas ese sentimiento? ¿Crees que se desmorona ese mundo que conocías o se han profundizado las tendencias existentes?

Es difícil todavía poder hacer un diagnóstico completo de lo que está ocurriendo porque sigue siendo un proceso en curso. Lamentablemente, a pesar de que ya hay países donde hay un índice de vacunación importante, el fenómeno de la pandemia sigue siendo un gran misterio para el cual no tenemos todas las respuestas. No ha cambiado durante un año y medio la forma que teníamos de vivir y puede ser que durante otro año y medio más tengamos que seguir usando mascarillas, estar distanciados, seguir lavándonos las manos y tener un cierto temor, incluso los que estamos vacunados. Esto pone a la condición humana, en sentido general, en un momento complicado de su existencia. Primero porque han muerto muchas personas en el mundo, unos cuantos millones, y pueden morir muchos más. Incluso lo peor es que realmente nunca vamos a saber el número de personas infectadas y el número de personas muertas por el virus. Han cambiado muchos códigos que ya difícilmente vuelvan a regresar.

También están pasando algunas cosas que son buenas. Yo creo que el nivel que han alcanzado las comunicaciones ha sido una de las salvaciones en medio de esta pandemia. El nivel que ha alcanzado la medicina… Si esto llegaba a ocurrir nada más que veinte años atrás, la vacuna hubiera demorado 3 o 4 años en poder fabricarse… Que se hayan fabricado vacunas en un año y que se estén inoculando a las personas es casi una proeza de la ciencia. Es decir que estamos viviendo un mundo que tiene una perspectiva halagüeña en algunos territorios, y una perspectiva apocalíptica en otros. Y no estoy hablando de territorios geográficos, sino de sectores de la vida social y económica. Todavía el bandazo económico de la pandemia no lo hemos recibido. Lo vamos a recibir en los próximos meses, porque estos decrecimientos económicos que ha tenido el mundo, aquí mismo en España, con el turismo prácticamente paralizado durante un año, un país que tiene una alta dependencia del turismo… En Cuba nos ocurre lo mismo… pues vamos a ver efectos económicos, que pueden tener efectos sociales, efectos políticos en muchos ámbitos de la vida de todo el mundo.

Entonces, a veces soy un poquitico más optimista, a veces me siento un poco más pesimista… Pienso que de todas maneras esto que nos ha ocurrido es una muesca en el transcurso de la historia, se va a hablar siempre y por varios años de cómo eran las cosas antes de la pandemia, como fueron durante la pandemia, y espero que podamos hablar de cómo van a ser después de la pandemia.

¿Cómo ves la pospandemia?

Han pasado cosas bien importantes. La petición del presidente del país más poderoso del mundo (Estados Unidos), porque sigue siendo el más poderoso, de que se liberaran las patentes de las vacunas. Tú dices: “bueno, todavía queda un rescoldo de cordura, de humanidad”, y ese tipo de cosas lo alientan a uno. El hecho de que un pequeño país como Cuba esté desarrollando cuatro o cinco candidatos vacunales, que pueda empezar a vacunar con su propia vacuna, creada en Cuba… son cosas que lo alientan a uno a pensar que las cosas pueden ser mejor. Pero también, en el mismo caso de Cuba, se está viviendo una profundización de la condición económica que realmente me preocupa mucho. Porque hay muchas personas que ya están viviendo al límite, y bajar de ese límite siempre es posible. Esto es lo más jodido. Se puede ser siempre un poco más pobre, hasta que revientas. Entonces son cosas que lo hacen a uno tener miradas distintas. Esperanza o desesperanza con respecto al mismo fenómeno.

Ya que mencionaste a Biden, ¿te genera alguna expectativa su gobierno?

Creo que Biden todavía no ha enseñado todas sus armas. Con respecto a Cuba todavía no ha dicho prácticamente nada. Se esperaba que fuera un continuador de la política de Obama, pero creo que viene con una política muy peculiar en la que lo mismo pide que haya sindicatos y que aumenten los impuestos, clama igual que Trump porque la gente consuma productos norteamericanos… Creo que es una figura que está como cogiendo forma y veremos qué sucede en el transcurso de los dos primeros años… Creo que hay que darle un tiempo para tener una idea mejor de cuál va a ser el carácter de su gobierno.

 En cuanto al impacto económico de la pandemia en Cuba, que es terrible porque se superpone a problemas previos, el turismo paralizado… Me preguntaba, más allá del impacto económico, por el impacto social o cultural de la pandemia en el pueblo cubano. Porque es un pueblo del encuentro, de lo comunitario, de estar en la calle. ¿Cómo impactan las medidas de cuidado que impone la pandemia?

Es un pueblo que no puede vivir sin ese encuentro, pero no por una cuestión cultural, sino por una cuestión de supervivencia. Ahora mismo para conseguir productos de primera necesidad en Cuba hay colas de 4, 5 o 6 horas en las que no se respeta la distancia social. Las personas están arracimadas unas encima de otras. Y cuando el año pasado había en toda Cuba 40 casos, bueno pues las colas no eran un foco de transmisión. Pero cuando en Cuba empiezan a haber 1.000 casos todos los días, durante semanas, pues esos lugares se convierten en potenciales espacios peligrosos. Y la gente tiene que ir. Es decir que aquí ya no estamos hablando de un problema de idiosincrasia. Que nos guste estar cerca, que nos guste abrazarnos, bailar y cantar reguetón. Es un problema de comer todos los días. Y todos los días mucha gente tiene que salir y hacer esas colas y esto es altamente peligroso. Y no se puede hacer nada contra eso porque los niveles de suministro son muy bajos y provocan estas aglomeraciones. Es decir que la realidad económica puede alterar mucho el resultado de la realidad epidemiológica en Cuba.

No es un caso único el de Cuba. En México ha ocurrido desde el principio de la pandemia. México prácticamente no paralizó la sociedad, porque una sociedad como la mexicana, donde tanta gente vive de la economía informal, es decir que tiene que salir todos los días a la calle a ganarse la vida haciendo miles de cosas diferentes, pues si tu le dices a esa gente que no salga, no la estás matando de Covid, la estás matando de hambre. Entonces es una situación muy difícil.

“La realidad económica puede alterar mucho el resultado de la realidad epidemiológica en Cuba.”

Esto se suma también a que en determinados lugares ha habido políticas gubernamentales que han sido realmente funestas. El caso de Brasil tal vez sea el más temible. Porque lo que ocurrió en Estados Unidos tuvo mucho que ver con la manera en la que asumió la enfermedad el presidente Trump. Pero en Brasil también depende mucho de una estructura social en la que la gente en las ciudades vive arracimada. Estamos hablando de que en una ciudad como San Pablo viven más de 20 millones de personas…

En relación a la situación económica, que ya venía complicada, ¿cómo han impactado las nuevas medidas implementadas recientemente, en especial la unificación económica?

A mí me cuesta mucho trabajo poder hacer una valoración sobre este tipo de temas porque no soy economista. Lo veo desde el punto de vista de un ciudadano que vive en esa realidad. Y por ejemplo, lo de la unificación monetaria se llama “el reordenamiento monetario”. Y una serie de medidas económicas que se han tomado con respecto a la importación, a la exportación, alentar la producción agrícola son importantes, y creo que eran muy necesarias. Pero yo creo que son insuficientes a estas alturas. No soy economista, repito, pero la percepción que tengo es que haría falta una proyección de las estructuras económicas cubanas mucho más profunda, con cambios mucho más esenciales. No solamente de cambios que afecten a un 10 por ciento de la economía del país, sino que lleguen realmente a la esencia de muchos problemas económicos del país. He leído varios artículos de economistas cubanos y un poco como resultado de esas lecturas te puedo dar esta respuesta. La mayoría de ellos reclama una reforma económica mucho más profunda en el país.

Volviendo al tema del exilio, ¿cómo ves a la juventud hoy en Cuba? ¿Predomina el deseo de irse o hay perspectivas de construir un futuro allí?

Hay de todo. Están los que repiten consignas y dicen que la solución sigue siendo el socialismo. Están los emprendedores que tratan de buscar con sus propios medios, con sus habilidades, montar sus propios negocios y funcionar en un ámbito comercial, están los que no les importa nada, que es una cifra a mi juicio bastante notable para un país como Cuba, y están los que van a buscar la solución individual del exilio. Esos que van a buscar la solución individual del exilio, el último año, han visto postergada la posibilidad de hacerlo. Prácticamente todos los consulados están cerrados. No pueden viajar a los Estados Unidos, no pueden venir a España, no pueden emigrar a México, no pueden viajar a Argentina.

Yo creo que cuando se regularicen las posibilidades de migración, que no son muchas, porque el mundo no va a quedar en una buena condición económica después de la pandemia, va a haber un grupo importante de gente que se va a querer ir. Y los que lo van a lograr van a ser, como siempre, esos que están mejor preparados. Porque los que están mejor preparados son mejor recibidos en cualquier sociedad. Me decía hace un tiempo un diplomático uruguayo que conocí en Cuba que él lo lamentaba, pero que cada vez que llegaba un joven informático cubano a pedir una visa, ellos tenían la orientación de concederle el visado de trabajo para que fuera a Uruguay. Y eso es una manera de desangrar una sociedad que con tanta dificultad puede preparar informáticos, médicos, diseñadoras, deportistas. Y esa gente busca una salida, y me parece lógico, busca una salida individual cuando no encuentran una salida colectiva. Así que va a seguir siendo una presencia y una solución para mucha gente en Cuba.

Entrando en el terreno literario, ¿cómo es hoy la relación de la sociedad cubana con el libro? Históricamente han sido muy baratos y accesibles… ¿Qué ocurre hoy en día?

En Cuba la situación es diversa. En Cuba la situación es que no hay suficientes libros, no hay papel para imprimir libros. Se habla de otras alternativas, las alternativas digitales. Buscar la manera de acercar a la gente a la lectura con medios que le resulten atractivos… Pero en un país donde hay pocos libros físicos y donde no existen al alcance del ciudadano los soportes tecnológicos, es decir los lectores de libros –no estoy hablando de que alguien lea un libro en un teléfono o en un ordenador, estoy hablando de un e-reader–, pues eso hace complicada esa digitalización del libro. La industria editorial cubana está prácticamente paralizada. De pronto te dicen que se van a imprimir x cantidad de libros, y esos libros no los ves nunca, o ves muy poca cantidad de ellos… Este año se suspendió la Feria del Libro por la pandemia, pero también porque creo que había muy poca existencia de libros para ofrecer.

A mí me parece que es una pérdida cultural muy grave. Después de lograr que el país se convirtiera en un país de lectores, perder aceleradamente esos lectores, pues es algo que realmente afecta la esencia cultural de ese país. La lectura sigue siendo una manera de conocimiento, de enriquecimiento espiritual, de crecimiento intelectual insustituible. Las redes sociales no sustituyen a la lectura. Y hoy en Cuba todos los jóvenes tienen Facebook, todos los jóvenes tienen Instagram, todos se comunican por Messenger. Y vas a un lugar donde hay jóvenes y ves a uno o dos leyendo un libro. Y a cien mirando un teléfono celular. Porque es un momento en el que están cambiando toda una serie de paradigmas, de códigos, y si tú no apoyas de manera inteligente, incluso institucional, a nivel de Estado, la presencia de un bien cultural como es el libro, pues la cosa no va a dar buenos resultados. Y pasa lo mismo con otras manifestaciones. Y ustedes lo saben. Por ejemplo, el cine argentino durante años tuvo apoyos institucionales importantes, incluso de acuerdos internacionales, la propia tv española apoyando… Para un director argentino hoy hacer una película es un acto mucho más complicado. Lo mismo ocurre en Cuba. Porque, por una parte, se han abaratado los costos de la producción cultural, porque un libro digital cuesta mucho menos que un libro de papel, o una película filmada en digital cuesta mucho menos que una película de 35 mm, pero los recursos con los que cuentan y los canales de distribución con los que cuentan los creadores, pues han sido agredidos muy fuertemente por las nuevas tecnologías, por las nuevas formas de comunicación. Y por eso yo creo que harían falta políticas mucho más inteligentes, más audaces para poder acercar a los jóvenes a la lectura.

¿Cómo ves la literatura cubana actual?

Considero que en la generación que sigue a la mía hay un fenómeno bastante interesante. De los escritores notables de esa generación –estoy hablando de la novelística, porque la poesía la leo poco y la conozco muy mal–, pero en la narrativa ocurre un fenómeno muy curioso, y es que tres de los novelistas más interesantes son mujeres, que son Wendy Guerra, Karla Suárez y Ena Lucía Portela. Y yo creo que en la historia de la literatura cubana nunca se había producido un fenómeno de que mujeres novelistas fueran las figuras más visibles dentro de un movimiento específico como es el de la novela.

“En la historia de la literatura cubana nunca se había producido un fenómeno de que mujeres novelistas fueran las figuras más visibles dentro de un movimiento específico como es el de la novela.”

 En relación a eso, el movimiento de las mujeres está penetrando en Cuba, pero no conozco su dimensión. ¿Te parece que es un movimiento que está tomando fuerza?

Lo que está tomando fuerza es una conciencia de que, a nivel cultural, en la realidad cotidiana, muchas mujeres eran maltratadas y no tenían ni siquiera la noción de que eran maltratadas, de que recibían tratos discriminatorios. Y creo que en los últimos años empieza a haber una conciencia de qué cosa puede ser un maltrato. Venimos de una cultura machista, y venimos de una política con respecto a las mujeres gracias a la cual las mujeres llegaron masivamente a la universidad, tuvieron iguales oportunidades laborales, los mismos derechos y salarios que los hombres, y eso un poco ocultó un lado oscuro que permanecía ahí y del que incluso las propias mujeres no tenían conciencia… por esas razones históricas y por esas razones socioculturales y económicas de que te he hablado. Y ahora empieza a haber esa visión más adecuada con respecto a lo que son los derechos, la dignidad, la humanidad de las mujeres, y muchas veces eran violados esos derechos sin conciencia por parte de ellas. Creo que eso es algo muy interesante por parte de la sociedad cubana.

Quería conocer tu proceso creativo, ¿cómo es? ¿Tenés un método? ¿De dónde provienen los temas para tus novelas?

Lo más misterioso para mí de mi proceso de escribir novelas es de dónde coño sale una idea para escribir una novela. Porque oigo una historia que puede resultar muy interesante, y la oigo como una historia que oigo, y eso va a un lugar de la memoria o se pierde de la memoria. Y cómo de pronto hay un comentario, una idea, algo que leo en un libro, algo que veo en una película, que uno dos cables y digo ¡coño! Esto es una historia posible para una novela. Es un proceso muy misterioso. Ya a partir de que tengo la idea para la novela, pues entonces empieza la parte realmente metódica del trabajo que es, en mi caso, tratar de contar esa historia, de darle una forma narrativa, una primera estructura. Y cuando tengo la historia completa, empiezo un proceso de escritura mucho más artístico, en el sentido de que la primera parte es la invención y la segunda parte es la creación. Por ejemplo, en la novela que estoy escribiendo ahora tengo una historia contemporánea desarrollada a partir de una investigación que hace mi personaje de Mario Conde y yo empecé a escribir mi novela… Conde empieza a investigar un asesinato en un momento en que le piden que haga esa investigación, pero él ya no es policía, y va avanzando, avanzando, avanzando y había avanzado 130 o 140 páginas, y yo todavía no sabía quién era el asesino… Entonces llega un punto en que digo, ya más o menos esto empieza a coger forma, vamos a empezar a buscar soluciones argumentales. Y ahí, cuando ya encuentro todas esas soluciones argumentales, termino una primera versión. Esa primera versión por supuesto está escrita de una manera bastante elemental, e implica entonces replantearme la estructura y elaborar una escritura literaria mucho más estética. Hasta que la escribo tantas, tantas, tantas veces, que llega el punto en el que digo ya esto no lo puedo resistir más, ya no voy a mejorarlo con respecto a lo que tengo; es el momento en que lo dejo.

En ese proceso, por supuesto, me ayudan mucho las lecturas de algunos lectores cómplices; la primera es mi esposa Lucía, que lee todos los materiales y todas las versiones que voy haciendo de la novela… Mira, Lucía yo creo que nunca se ha leído una de las novelas mías ya impresas, es decir editadas (risas). Porque se las ha tenido que leer tantas veces en el proceso que ya cuando están impresas dice “bueno ya, para que me la voy a volver a leer ahora”. Y tengo otros lectores que también me ayudan mucho en ese intento de ir perfeccionando la escritura de una historia que empieza, como te digo, con dos cables que se unen, y termina 700 páginas después.

1. www.eldiplo.org/252-como-sera-el-dia-despues/cronica-de-un-mundo-que-se-acaba/

 

* Redactora de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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