El adversario
Por Ignacio Ramonet*
Los atentados terroristas contra Washington y Nueva York del último 11 de septiembre calzaron a la perfección en la mentalidad de guerra fría del equipo de gobierno del presidente de Estados Unidos George W. Bush. En efecto, colocaron en el lugar que dejó vacío el derrumbe del bloque soviético la invalorable presencia estratégica de un adversario: el islamismo, susceptible de inspirar nuevas cruzadas macartistas.
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Era el 11 de septiembre. Desviados de su misión habitual por pilotos resueltos a todo, los aviones vuelan hacia el corazón de la gran ciudad, decididos a abatir los símbolos de un sistema político detestado. Todo sucede muy rápido: las explosiones, las fachadas que vuelan en pedazos, los desmoronamientos en...
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