Herramienta portátil para reconocer a los amigos y a los enemigos de la literatura
Por Luis Sepúlveda*
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A las siete de la tarde del domingo 13 de enero, en una casa cerca del embarcadero de Cojímar, a unos ocho kilómetros de La Habana, un hombre viejo -porque todo era viejo en él, era vieja la casa, viejo el barco, el «Pilar» que muy cerca se mecía acariciaba...
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