Un caos sin derecho ni moral
Por Tony Fortin*
Industria colosal que factura anualmente cerca de veinte mil millones de dólares, los videojuegos parecen no tener en cuenta la diversidad política y cultural. En adhesión a las teorías de los neoconservadores, están penetrados por el poder simbólico del 11 de septiembre de 2001. Sobre la base de una despolitización de los conflictos y de un revisionismo histórico, confunden lucha contra el terrorismo y criminalización de soluciones políticas alternativas, que tienden a destruir por medio de las ficciones ideológicas.
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Al centrarse en la violencia que suscitan los videojuegos, se suele desestimar su carácter de productos de la mente basados en reglas que determinan la interacción del jugador con la máquina. Y esas reglas son, al mismo tiempo, expresiones singulares del mundo. Motivo por el cual deberían ser calificados como...
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