Fin de reino en Costa de Marfil
Por Tiemoko Coulibaly*
La rebelión que estalló el 19-9-02 es sólo la última manifestación, luego de otras sangrientas crisis, de la fragilidad de un Estado construido sobre prejuicios étnicos. Tras una aparente estabilidad, el país y sus instituciones son víctimas de fuerzas centrípetas. El Estado jamás fue imparcial ni democrático; siempre practicó la discriminación étnica, y fue percibido por los grupos excluidos como propiedad de una etnia.
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La polémica sobre la «marfilidad» -principio que exige demostrar el origen marfileño para participar en la contienda electoral1– es sólo uno de los episodios de la dominación de las elites provenientes del sur del país. Además, el presidente nunca fue realmente electo democráticamente, ya se trate de Félix Houphouët-Boigny, de...
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