Una cara hecha a mano
Por François Delaporte*
El trasplante parcial de la cara en una mujer que presentaba una herida discapacitante, realizado en Francia en noviembre pasado, suscitó violentos ataques en nombre de la moral: el comportamiento de los cirujanos sería anti-ético y perseguirían un éxito mediático a fuerza de proezas. En realidad, la intervención terapéutica perturba a quienes se presentan como los garantes de la moral y el saber médico.
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Los «éticos» creen que el trasplante es una técnica con un único fin: salvar la vida de un enfermo. Creen también que siempre es posible adaptarse a una discapacidad. Donde hubo quienes procedieron imprudentemente a un trasplante parcial de la cara, ellos consideran que habrían bastado unas prótesis tradicionales. Sería...
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