Cuando la sal pierde su sabor
Por Álvaro Ramis*
La Iglesia Católica chilena se ganó durante los años setenta y ochenta un merecido prestigio internacional por su defensa de los Derechos Humanos y por su decidido compromiso con la democracia y la justicia social. Esta actitud no fue una sorpresa en América Latina.
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Ya en los años cincuenta varios obispos y sacerdotes chilenos manifestaban un fuerte compromiso con causas sociales que les llevaron a enfrentarse a los intereses de la elite conservadora, como el recordado Obispo de Talca Manuel Larraín, precursor de la reforma agraria, o el mismo San Alberto Hurtado, tan venerado...
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