El Riachuelo huele mal
Por Pablo Stancanelli*
Largas décadas de desidia, corrupción, ignorancia e incompetencia desembocaron en la completa degradación de la cuenca del río Matanza-Riachuelo, uno de los cursos de agua más contaminados del mundo. Cerca de cinco millones de personas viven a la vera de este río envenenado y pestilente, cuyo complejo proceso de saneamiento -ordenado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación- podría convertirse en una de las mayores acciones de lucha contra la pobreza en la historia del país, una bisagra en el desarrollo ambiental y social argentino. O simplemente en otra oportunidad perdida.
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Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo...
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