Grecia, ¿un modelo o una bomba de tiempo?
https://www.eldiplo.org/notas-web/roma-ciudad-cerrada/En estos días, un francés podría perfectamente sentirse en Grecia estando en su casa. La situación es exactamente la misma, con una semana de diferencia y menos víctimas. Las mismas medidas adoptadas, mismo procedimiento, misma actitud. Durante los primeros días, la gente se precipitó hacia los parques (y sobre todo hacia la playa), vació los supermercados y se atropelló en los mercados al aire libre.
Las escuelas, las universidades, los comercios y más de una empresa se encuentran cerrados, por lo menos hasta el 17 de abril. El periódico dominical Nea Selida cerró sus puertas apenas algunos días antes que los demás: declaración de quiebra, gastos incontrolados, ventas en caída libre. Este diario, creado en 2017, había querido ser parte del círculo de poetas de la socialdemocracia, disuelto desde la desintegración del Partido Socialista; finalmente se acercó a Syriza, por aquella época en el gobierno, para luego cambiar nuevamente de bando tras las elecciones legislativas del pasado mes de julio, que llevaron al poder a la derecha de Nueva Democracia. Pero fue una estrategia sin éxito. Un medio más con problemas financieros, políticos y de gestión, con nuevos periodistas desocupados, un fenómeno que se ha vuelto algo “normal” en Grecia. El sábado 28 de marzo, se supo que la emisora de radio Sport24 había sucumbido también. Evidentemente, esta hecatombe solo afecta a los cuellos azules de la prensa: los periodistas estrella siguen realizando su labor fatídica que consiste en evitar cualquier pregunta que pudiera incomodar a los dirigentes. Según ellos, todo va muy bien en Grecia: el gobierno está adoptando todas las medidas necesarias; por lo tanto, solo hay que calificar de “locos” a quienes rompen la cuarentena.
Porque, más allá de la gestión cotidiana, el país debería estar en un mayor estado de alerta. Será difícil que sobreviva a una nueva catástrofe financiera. Se acerca el verano y lo único que se puede prever es que el turismo, peso pesado de la industria (8,3 % del PBI), sufrirá mucho este duro golpe, sumado al flagelo, no de la inmigración, sino de la política migratoria. Son muchas las islas ya infectadas y las autoridades griegas abandonan a los refugiados, que quedan como prisioneros en campos cerrados. La Unión Europea, por su parte, deja recaer todo el peso de los flujos migratorios sobre los países del sur, una pasividad que es percibida como inhumana.
Malos vecinos
Es una de las dos particularidades de la crisis sanitaria en Grecia: llegó en el momento más tenso de las relaciones con el vecino país de Turquía. De ambos lados del río Evros, la frontera natural entre ambos países, se vieron escenas de mucha violencia. El caos se instaló desde que Turquía cumplió con la amenaza de abrir sus fronteras. Miles de migrantes y de refugiados intentaron cruzar el río para entrar en Grecia y en Europa. Así, la primera medida urgente adoptada el 3 de marzo por el gobierno de derecha, fue la de suspender durante un mes el estudio de las solicitudes de asilo. Este horrible gesto que viola la Convención de Ginebra, aun aduciendo el pretexto de la pandemia, recuerda una época que creíamos terminada. Y, sin embargo, otros horrores del mismo tipo se extienden por toda Europa. En un momento en el que varios gobiernos se dotan de poderes extraordinarios, ¿quién se preocupará por los refugiados? Hubo que esperar al 28 de marzo para que Turquía abandonara su estrategia de intimidación: prendió fuego literalmente los campamentos de refugiados que se habían instalado de su lado de la frontera para obligar a las personas a replegarse en el interior del país, aportando así una “solución” al problema que el mismo país había generado.
Segunda particularidad: la crisis tiene una impronta social. Llegó primero por avión, por medio de las damas de la alta sociedad que habían asistido a la semana de la moda en Milán, y luego de Jerusalén, adonde un grupo de creyentes había ido en peregrinación. Sería ingenuo deducir de ello que el virus no habría afectado al país si todo el mundo fuera pobre y no creyente… Pero estos hechos confirman que la sociedad griega está muy polarizada.
Un bautismo clandestino
Sin embargo, la memoria colectiva deberá retener ante todo un tercer hecho: el Estado tomó rápidamente todas las medidas necesarias para contener la expansión del virus, excepto en lo que respecta a las iglesias. Había que ser prudente, convencer al Santo Sínodo de asumir la decisión; el desafío político era importante. Mientras tanto, sacerdotes furiosos salían por televisión afirmando que el virus no se transmite por la comunión (pan mojado en vino tinto, que se da en la boca con una misma cucharita). La Iglesia hizo lo mínimo indispensable cerrando los lugares de culto, lo cual no impidió que ciertos curas infringieran las reglas y siguieran oficiando en público, distribuyendo la comunión, bendiciendo casamientos y bautismos… clandestinamente: fue el caso de la iglesia de Kukaki, en pleno centro de Atenas, donde los padres del bebé bautizado fueron alertados de la llegada de la policía por alguien a quien habían puesto de centinela en la puerta.
Las relaciones entre el Estado y la Iglesia generaron polémica en Grecia. La cuestión de la separación de los poderes ha sido planteada varias veces, pero sin resultados concretos. Syriza intentó instalar el tema antes de que la derecha de regreso en el poder pusiera término a sus tentativas: los curas son funcionarios, el catequismo se enseña en las escuelas, se jura por la Biblia. En pocas palabras, el cristianismo ortodoxo sigue siendo la religión oficial. ¿Será posible que esta vez la actitud de los clérigos dé lugar a una decisión drástica? Es dudoso, habida cuenta de las reticencias del Estado central.
Es inútil recordar que el sistema de salud público en Grecia no tuvo tiempo de recuperar ningún tipo de solidez tras los memorándums de la austeridad. Con un mantenimiento deficiente, un personal insuficiente y presupuestos minimalistas, los hospitales ya estaban colapsados antes del Covid-19. El pasado 6 de febrero, la federación nacional de empleados de hospitales denunciaba la falta de camas en terapia intensiva: 557 de las 3.000 previstas. Se hace lo que se puede, nada más, con médicos y un personal de salud heroico. Afortunadamente, los porcentajes de contagio y la tasa de mortalidad por ahora no son especialmente altos. De hecho, Grecia se encuentra en muy baja posición en la lista europea, de lo contrario ya estaríamos frente a una hecatombe. Pero el gobierno está alerta. Entre las medidas adoptadas, figura un procedimiento excepcional para tomar rápidamente a doctores y otros profesionales de la salud con contratos temporarios. Por lo tanto, el procedimiento que había ideado hace unos meses el gobierno de izquierda para contratar personal permanente fue enviado… a las calendas griegas. No nos olvidemos de nuestras costumbres. Y, sobre todo, hagamos todo lo posible para que la comunicación sea eficaz.
Un último ejemplo: el hospital del Ática Occidental, la región más pobre y también la más poblada, donde vive además la mayor parte de la comunidad romaní, se va a renovar un poco después de haber sido abandonado durante años por razones presupuestarias, con 70 nuevas camas para los casos terminales. En la sala de espera, las familias podrán despedirse de sus seres queridos por Skype.
Traducción: Victoria Cozzo