ENTREVISTA A ADRIANA SALVATIERRA, SENADORA DEL MAS

“La discriminación y el racismo se convirtieron en voluntad de Estado”

Por Araceli Carrizo Richelet y Juan Manuel Palomino Domínguez*
En medio de la crisis sanitaria, Bolivia atraviesa una fuerte crisis política e institucional, con el principal referente del MAS, Evo Morales, exiliado en Argentina y asediado por acusaciones de todo tipo. En este contexto, Adriana Salvatierra, ex presidenta del senado boliviano que renunció al cargo el mismo día que Evo Morales, habla de las conquistas del gobierno del MAS, de los avances y las deudas en materia de derechos de las mujeres, de los abusos y persecuciones que realiza el gobierno de Áñez, de su desmanejo de la pandemia y de las complejas condiciones en las que se desarrollarán las elecciones presidenciales, nuevamente postergadas para el 18 de octubre.
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Adriana Salvatierra es politóloga y política boliviana-chilena. En 2015 accedió al cargo de Senadora por el Movimiento al Socialismo (MAS) representando al Departamento de Santa Cruz. Las juventudes de su partido la eligieron como candidata a Senadora en el 2014 por su profesionalismo y su trabajo de base con organizaciones sociales, civiles y campesinas. Salvatierra fue la Presidenta del Senado más joven de la historia de Bolivia, al asumir ese cargo a los 29 años, y la cuarta mujer en la historia de ese país en llegar a presidir el Senado. Hoy continúa como legisladora y militante del partido, acompañando, junto a Evo Morales, la campaña de Luis Arce y David Choquehuanca.

¿Cuál es tu rol actual tras la renuncia como presidenta del Senado luego de vivir el hostigamiento por parte de la centroderecha?

Yo fui una de las que se quedó en el país. No es que eso se convierta en una muestra de coraje, porque todos los compañeros hemos vivido situaciones absolutamente distintas. Continúo como legisladora, en este momento del Movimiento al Socialismo, como militante de nuestro partido, de nuestra estructura, y desde Bolivia acompaño la campaña en condiciones muy adversas. En Bolivia el Estado de excepción no ha iniciado acciones sobre la crisis sanitaria, sino al contrario, se vive con la impunidad del ejercicio de la violencia de las Fuerzas Armadas desde noviembre, y hasta ahora no ha existido una investigación sobre los acontecimientos que ocurrieron en el 2019 y que derivaron en el golpe de Estado que todos conocemos. Pero aquí como militante, aún como servidora pública en la asamblea legislativa, fundamentalmente continúo acompañando la campaña de nuestros candidatos Luis Arce y David Choquehuanca. Pero es cierto que hubo un marco estructural de violencia, en múltiples facetas. Lo primero que tenemos que entender todos es que hay mucha gente que dice que esto no fue golpe de Estado porque participó en el mismo, ya sea en el bloqueo en su cuadra, en su casa, etc. y eso pareciera que intenta blanquear algo que en los hechos sucedió y es que las Fuerzas Armadas le pidieron la renuncia a Evo Morales. El mismo comandante de las Fuerzas Armadas. La policía se amotinó en los nueve departamentos y no se hizo absolutamente nada cuando a la hermana de Evo Morales le quemaron la casa, cuando al presidente Evo Morales le destruyeron su vivienda, o cuando secuestraron y violentaron a la alcaldesa de Vinto, a la compañera Patricia Arce, que además es una mujer con una dignidad enorme, que después de haber sido torturada asegura sentirse orgullosa de su militancia en el Movimiento al Socialismo. Quemaron la casa del Presidente de la Cámara de Diputados, secuestraron y torturaron durante más de tres horas a su hermano, en la ciudad de Potosí. Y a otros compañeros dirigentes les pasó lo mismo; hubo secuestros de familiares y obligaron a renunciar a las dirigencias. Todo ese contexto de violencia aconteció en nuestro país y es un hecho innegable que hasta ahora está en la impunidad absoluta porque no es investigado. El acoso y la violencia continuaron incluso después del golpe de Estado, no solamente por el margen de impunidad que se les abrió a las Fuerzas Armadas con la habilitación de un decreto que los eximía de responsabilidad penal por las acciones conjuntas, que desarrollaban la policía con las Fuerzas Armadas en la calle, conteniendo las protestas ciudadanas. Nuestros compañeros, para reinstalar las sesiones de la Asamblea Legislativa, tuvieron que enfrentar la violencia policial que impedía el acceso de los asambleístas al Congreso. Por supuesto también el acoso político, la persecución policial y la muerte de muchas y muchos compañeros. La discriminación y el racismo se convirtieron en voluntad de Estado. Y el Estado, a partir de esa discriminación y ese racismo, operó con las fuerzas represivas persiguiendo compañeros. Dos días después del golpe, yo tenía un policía fuera del departamento donde vivía. No necesitaban poner un policía fuera al departamento donde vivía, porque uno sabe que lo están siguiendo, por supuesto. Pero era la voluntad de que se supiera que existía esa persecución. Era un escenario complejo, pero hay que seguir dando batalla siempre desde la democracia.

El golpe reavivó tensiones raciales y étnicas que la figura de Evo Morales había aplacado. ¿Hasta qué punto la derecha es responsable por el resurgimiento de las tensiones raciales y del endoracismo en el país?

El marco a partir del cual se movió la oposición, es decir su marco ideológico, fue precisamente el uso de instrumentos contrapuestos de la fe, de la religión, con la Biblia por delante para conducir las acciones de Luis Fernando Camacho, como cuando se arrodilló a los pies del Cristo Redentor, un monumento simbólico en Santa Cruz. O la figura de Jeanine Áñez, diciendo que retorna la Biblia al Palacio. Pero el retorno de la Biblia, no con una mirada romántica o con el mensaje de “vuelve el catolicismo”, “vuelve la fé”, sino como una cortina de humo y como elemento civil que buscaba civilizar a los salvajes que combatía. Se contrapone la Biblia a la Whipala. Por ejemplo, varias organizaciones fueron en defensa de la Wiphala como un símbolo de la integración de los pueblos y de recuperación de la memoria. Y la respuesta fue imponer una violencia civilizatoria contra lo que Jeanine Áñez señaló como “los salvajes del alto”, “los salvajes del trópico”. Y siempre hubo una estigmatización y una criminalización de los movimientos sociales que resistieron el golpe de Estado con un heroísmo impresionante y con mucha motivación, porque el motor del golpe de Estado fue la normalización de la violencia y la voluntad hecha gobierno de ejercer violencia sobre los más humildes.

¿Cuál fue el rol de las organizaciones indígenas durante el gobierno del MAS y cuál es su rol en este momento de crisis democrática?

Creo que el rol de los pueblos indígenas y del movimiento campesino, obviamente no comienza con el proceso. Ellos son constructores del proceso de cambio, constructores y constructoras de esta revolución democrática y cultural, a partir del hecho de que, como dice el leninismo, pasaron de ser “clase en sí” y a ser “clase para sí”. Pero se trata también de haber logrado comprender a cabalidad su situación durante la República y haber convertido la comprensión de su situación, y de su condición de clase, no solamente en una voluntad y una vocación de transformación, sino también en una transformación desde consignas universales, como la nacionalización de los hidrocarburos, la convocatoria de la Asamblea Constituyente, la recuperación de los recursos naturales de las empresas estratégicas, el reconocimiento del Estado, de la diversidad cultural, que dio origen al Estado plurinacional, el reconocimiento de la tierra y el territorio, la necesidad de cambiar la estructura de la tenencia de la tierra. Todo eso que fue la agenda de octubre, con la que ingresa el gobierno de nuestro compañero Evo Morales, nuestro gobierno. A partir de ahí, se despliega además la medida más importante en términos de transformación profunda, que es la Asamblea Constituyente. Ahí el movimiento indígena y campesino tuvo un rol fundamental, fue la base del Estado plurinacional y el reconocimiento de la pluralidad, de la identidad diversa, pero además la base de la soberanía del Estado, de la necesidad de crear un modelo económico que no solamente se preocupe de los indicadores macroeconómicos, sino que democratice efectivamente la riqueza, la necesidad de comprender la autonomía de los territorios indígenas, la necesidad de construir la paridad de género; todas esas estas construcciones que se convirtieron en horizonte de época e ideas universales para el pueblo boliviano, y que son principios que hasta ahora creo se mantienen vigentes. Y después obviamente todo el despliegue de defensa activa, movilizada de las conquistas alcanzadas durante estos catorce años. Y, por supuesto, está claro que nosotros afectamos intereses, y cuando se afectan intereses, las fuerzas dominantes no renuncian nunca de manera pacífica a sus privilegios, y ellos tenían privilegios construidos durante la República, durante más de 180 años, de clase, de identidad, etc. Era la reproducción de un poder, y nosotros nacionalizamos los recursos naturales y recuperamos las acciones de las empresas del Estado y afectamos los intereses y los bolsillos de las transnacionales. Las burguesías transnacionales tenían por supuesto correas de transmisión y burguesías locales que obedecían a sus intereses. El hecho de convocar una Asamblea Constituyente y discutir las bases del Estado, y entender que los indígenas y campesinos estuvieron ausentes en la construcción de la República, no por voluntad política, sino porque la voluntad a partir de la cual se construyó la República fue excluyente fue muy fuerte. La potencia del proceso boliviano y el reconocimiento internacional radican en que, un país chico, pobre, con el 10% de la población descalza, analfabeta, etc. dio muestras de que los indígenas podían gobernar y gobernar para el pueblo, y hacer bien las cosas. Con errores y aciertos, como todo proceso, nos preocupamos de que la gente se sienta mejor, nos preocupamos por la distribución de la economía, logramos hacer crecer el país, sentamos las bases de la industrialización sin renunciar a la soberanía de nuestros recursos naturales y transformamos las cosas estructuralmente. Devolvimos la dignidad al pueblo boliviano y a la patria.

¿Cuáles son los retrocesos en materia institucional que más se destacan en la actualidad?

Desde el impacto que tuvo el golpe de Estado en Bolivia, aunque son temas que nosotros arrastramos y siguen pendientes, las principales deudas son para mí los derechos para mujeres y colectivos LGBTIQ. Hay que ver cómo podemos avanzar en una profundización de los derechos de las mujeres, porque todavía tenemos brechas de desigualdad enormes. Existe una brecha de desigualdad importante, por ejemplo, en temas como el salario o la violencia institucional. Tenemos normativas que protegen a las mujeres, pero necesitamos avanzar como sociedad en aquello. El problema fue que, con el golpe, vino un marco de racialización de la discusión política y social, y se generó todo lo que decía al principio: la discriminación y el racismo convertidos en voluntad del Estado y el ejercicio de la violencia del Estado para vulnerar derechos humanos. El principal reclamo que tenemos con nuestros compañeros es el pedido de justicia por las masacres que ocurrieron en Senkata y en Sacaba, y la denuncia de un Estado que estigmatiza regiones y criminaliza la pobreza, y que utiliza lo que es un Estado de excepción de facto para combatir la pandemia. Su única respuesta a la crisis sanitaria ha sido someter a cuarentena al país entero, sin que eso esté acompañado de una profundización del ejercicio de los derechos ciudadanos. La herida más grande que tenemos en Bolivia, en términos de derechos, es la mayor fractura social que existe a partir de la voluntad del Estado de discriminar a determinadas regiones y ejercer el racismo, lo que decanta en una erosión democrática tremenda.

¿Hasta qué punto la religión tuvo influencia en el crecimiento de la extrema derecha en Bolivia?

No sé si la religión tiene influencia en el crecimiento o es la instrumentalización de la fe como elemento para contrastar y contraponer un proyecto político. Es la instrumentalización de la fe, en el sentido de que se utiliza la Biblia y las creencias religiosas, o las emociones que genera la práctica de la fe, para justificar y esconder lo que es el racismo y la discriminación. Insisto, se utilizó a la Biblia como herramienta y como instrumento “civilizatorio” contra los sectores sociales movilizados, acusándolos de salvajes. Fue lo mismo que hizo la colonia, la Biblia por delante, cuando atrás estaba la espada; el sacerdote adelante, cuando atrás estaba el Ejército armado para destruir y despojar del autogobierno a los pueblos indígenas. Acá fue lo mismo.

¿Cómo se plantean el MAS y los sectores populares la reconstrucción del orden democrático en el país? ¿Cómo se recupera Bolivia tras el golpe?

Bolivia tiene en este momento una crisis igual que la que enfrenta el mundo, económica, sanitaria, financiera, con la interrupción de los ciclos productivos, que la hacen una crisis alimentaria, pero se le suma una crisis democrática, social, política, una crisis multidimensional. Y en esta crisis, creo que es importante partir por comprender que la gente no espera del Movimiento al Socialismo, en su retorno, venganza. El Movimiento al Socialismo contribuyó a transformar la realidad de este país, a transformar la historia de este país. Y creo que es importante que retomemos lo mejor que la gente recuerda de nosotros, que fueron los años de crecimiento y estabilidad económica, que permitió a la gente acomodar su vida. El ejemplo que más me moviliza, como he visto en el partido de juventudes del MAS, es que muchos compañeros fueron los primeros profesionales de su familia. Por ejemplo, hay un compañero que está acusado de terrorismo, tiene 26 años, está en Argentina, en el exilio, es hijo de una mujer que solo habla quechua, sobreviviente del terremoto, indígena. Probablemente su herencia familiar no era distinta; probablemente también era indígena, probablemente no accedió a educación primaria, la mujer no es bachiller, y resulta que su último hijo, el menorcito de todos, pudo estudiar ingeniería en sistemas, salió profesional, y además era candidato a Senador. Imagínate todo el orgullo descargado en un muchacho de 26 años, que no es solo el orgullo de su madre, sino de generaciones atrás. Son muchos las familias que cuentan que con nuestro gobierno pudieron tener un profesional en su familia. Ese es nuestro proceso de cambio, son las oportunidades reales que empezó a tener la gente. Insisto, en Bolivia cuando ingresamos en el gobierno con el compañero Evo, el 10% de la población era analfabeta, mi abuela murió analfabeta, de ahí venimos. Esa es la medida de lo que éramos, y en base a eso tenemos que comparar nuestros avances. Esta es una generación que vio muchos de los derechos conquistados y que tal vez militan mucho más conscientes de eso, por eso militan en nuestro partido. Pero esa es la nueva Bolivia, son generaciones enteras que empiezan a conquistar derechos, que durante la República se les negaron a toda sus familia. Tengo una compañera diputada, Anacleta Murrio de 60 años, del Chaco, mujer de pollera, campesina, quechua, me cuenta que ella sólo estudió hasta segundo básico. Porque las familias campesinas en ese entonces tenían que elegir qué hijo podía estudiar, estudiaba siempre el varón y el mayor porque era mucho gasto que lo hicieran los otros, o para no disminuir la cantidad de fuerza de trabajo que tenía la familia para subsistir, o por el machismo, etc.  Imaginate la brecha acumulada durante años solamente en un derecho que era el acceso a la educación para la mujer. Las nietas de Anacleta Murrio hoy están estudiando en la universidad. Eso para nosotros es parte del proceso de cambio.

Vos también llegaste a la presidencia del Senado en una edad temprana…

Sí, tenía 29 años en ese momento y eso fue causa y parte del proceso también. Nuestra revolución democrática fue la que permitió que, con el cambio de la Constitución, desde los 18 años puedas ser legislador y asumir todas las responsabilidades que eso implica. Antes teníamos que esperar para entrar en el Senado, debías cumplir 30 años para ser Senador, yo no habría podido ni siquiera ser Senadora. Eso fue posible gracias al proceso de cambio, y hay muchos ejemplos de compañeros que asumieron ministerios, como Manuel Canelas, o la compañera Mariana Prado, Valeria Silva en La Paz, otro compañero senador, Anderson Cáceres, la actual presidenta del Senado también tiene, si no me equivoco, 33 años en este momento. Muchos jóvenes asumieron la responsabilidad del Estado, eso fue la apertura democrática que tuvo el transformar nuestra constitución política del Estado y la voluntad política de nuestros compañeros.

¿Por qué fue importante incluir las voces de las mujeres en la política de Bolivia?

Para empezar, es una demanda construida colectivamente desde muchas organizaciones de mujeres, el movimiento campesino de mujeres, la organización de mujeres campesinas Bartolina Xixa. Se suman también las compañeras de la organización de mujeres Juana Azurduy, y múltiples organizaciones. Los colectivos feministas que también han sido un importante constructor de los marcos teóricos de la despatriarcalización. Las compañeras se unieron en entender algo que era central: tratar los temas no solamente desde el feminismo, sino desde la igualdad. Este ejemplo tan sencillo se traduce en que, si somos la mitad de cada pueblo, debemos ser la mitad de cada representación. Eso repercutió en que nosotros tengamos la primera conquista importante, que fue la constitucionalización de los derechos de las mujeres y la apertura de una agenda de desarrollo, de derechos de las mujeres. Entonces nuestra Constitución política del Estado, por ejemplo, tiene incorporado específicamente que todos los bolivianos y bolivianas, y en particular las mujeres –y coloco un énfasis ahí– tienen el derecho a vivir libres de violencia. Eso deriva en nuestra Ley integral de lucha contra la violencia hacia la mujer, en haber constitucionalizado la paridad de género en las instancias de representación legislativas. Nosotros logramos mitad de mujeres y mitad de hombres en la Asamblea Nacional, en la Asamblea de departamentales, en los consejos municipales, en los territorios más pequeños. Se ha logrado constitucionalizar, por ejemplo, la inamovilidad laboral de los padres, de la mujer fundamentalmente, hasta que el hijo cumpla un año. Se logró constitucionalizar, por ejemplo, la incorporación de este principio, que se discute mucho, que es el reconocimiento del trabajo del hogar dentro de las arcas nacionales del Producto Interno Bruto; reconocer que es una tarea del Estado, construir condiciones de equidad y de igualdad en el desarrollo de estas tareas. Nuestro logro más importante es haber dejado en la Constitución, no digo escrito en piedra, pero al menos no sometido a la voluntad de un político, de un partido o de un liderazgo x, nuestros derechos. Constitucionalizados, conquistados, logrados, consagrados, y esa es nuestra bandera más importante. Bolivia tiene un 53% de participación de la mujer en la política dicen varias fuentes. Y no solamente en el ámbito de la representación legislativa, también en el ámbito judicial. Hemos impulsado que también exista paridad en las instancias judiciales, en el Tribunal Supremo de Justicia, en el Tribunal Constitucional la representación también tiene que ser pareja. Es decir, se ha establecido eso como una política transversal de la representación en las instituciones del Estado, no solamente en el ámbito legislativo. Nos falta en el Ejecutivo de los gobiernos locales.

¿Cuáles fueron los avances en derechos para la mujer que hoy se ven afectados?

Creo que un problema fue como se ha intentado romper la laicidad del Estado. Y eso repercute en todo, y en la banalización de la imagen de la mujer en la política que realiza Jeanine Añez. Ella intenta posicionarse con la imagen de que la mujer es sinónimo de fragilidad y de que ella vence esa fragilidad con su naturaleza femenina, y que además es madre, y como madre entiende a los bolivianos, pero no entiende que tenemos casi 2.000 muertos y aumentan. Hay una banalización de la figura de la mujer, desde ya, y no ha existido ningún avance adicional a lo que nosotros hemos dejado construido y conquistado en los años del Movimiento al Socialismo al frente. Hay más de 47 feminicidios contabilizados en lo que va del año, y no ha existido un enfoque de despatriarcalización en torno a la tensión de la crisis sanitaria. Y ese proceso de despatriarcalización que nos vemos en la necesidad de explicar, es el proceso por el cual se desmonta el sistema de privilegios que existen, y es un proceso que debe estar incorporado en la construcción de políticas públicas. Porque si una política pública del Estado no contribuye a la despatriarcalización, lo único que hace es reproducir los privilegios de género que existen en la sociedad.

¿Cómo está lidiando la presidencia de Jeanine Áñez con la pandemia en relación a los casos de violencia de género y en materia de salud pública en general?

El principal problema para nosotros es que el discurso inicial es “el MAS no se preocupó por la salud en 14 años”. Pero tampoco se ha presentado una respuesta alternativa a la atención de la crisis sanitaria que no pase por el dictado de un Estado de excepción que restringe derechos. Es decir, las cuarentenas son estados de excepción de facto, más allá de la carga ideológica que uno pueda depositar en eso, y se restringe la movilidad, etc. pero acá eso no estuvo acompañada de un fortalecimiento del sistema sanitario. La crisis sanitaria prácticamente puso de rodillas sistemas sanitarios mucho más robustos que los sudamericanos, como en Italia y otros países de Europa. Pero acá la cuarentena no está acompañada de una medición real del número de contagios, no solamente porque hay más contagios que los contabilizados, sino porque los resultados de hoy son los mismos de hace dos semanas. Se saturaron las pruebas de laboratorios, y hay pruebas no leídas, y desde el primero de junio que existen pruebas acumuladas. Lo que hay es un subregistro de la mortalidad. Aquí en Santa Cruz, todos los días se levantan 50 cadáveres de personas y ya han colapsado los cementerios. Era posible predecir ese colapso. Lo que no se puede permitir es que una persona tenga que estar obligada a permanecer en su domicilio con una persona muerta por COVID durante más de cinco días dentro de su casa. No puede ser posible que no sepamos realmente cuántas personas están muriendo por COVID o que tuviéramos la posibilidad de salvar vidas, traer respiradores etc. y que se hayan robado esa plata.

¿Cómo está la imagen de Evo, en su calidad de refugiado en Argentina, tras algunas acusaciones?

Evo se ha convertido en el depositario del descargo de responsabilidades del gobierno y en el depositario de la necesidad de antagonizar políticamente con alguien. A partir de eso, en esta misma línea que hay de criminalización de los movimientos sociales, criminalización de la pobreza, estigmatización de territorio, etc., el depositario de los miedos y de la necesidad de antagonizar políticamente es Evo Morales. Y más allá de cualquier acusación de corrupción que intenten realizar contra Evo, nunca la van a poder demostrar, él es un hombre honesto. No van a poder acusar a Evo Morales de haber trabajado para favorecer ricos, en detrimento de los pobres del país, eso nunca. No van a poder acusar a Evo de intentar restringir desde el ejercicio de la investidura presidencial derechos a nadie. Evo Morales es nuestro referente más importante de los últimos veinte años, quien concentra y define que lo que hemos conquistado es posible de hacer desde los frentes más humildes del país. Él es nuestro jefe de campaña y es el presidente del partido. Su experiencia es muy importante, no solamente en términos políticos y electorales, sino también porque él ha estado al frente del Estado de los últimos años, y no hay nadie como él que tenga una lectura tan cabal del país, de la obra que se hizo, de la escuelita que se inauguró, del presupuesto que tenía, detalles, del número de beneficiarios de tal subsidio. Es la realidad del Estado en una cabeza, y creo que, insisto, es el liderazgo más importante que hemos tenido en los últimos años sin lugar a dudas. Para nosotros es una referencia no solamente política, ética, sino también es una referencia de qué es lo que en este proceso estuvo en juego y cuánto finalmente se arriesgó, poniendo incluso la propia vida al frente de las adversidades más grandes. Porque Evo Morales no está en Argentina porque hubiera cometido un delito; Evo está en Argentina porque intentaron matarlo. Deshacerse de Evo Morales para la oposición en Bolivia implicaba poner fin a un proyecto político. Y nosotros lo necesitamos con vida, lo necesitamos dirigiendo la rearticulación de los movimientos sociales, dirigiendo la rearticulación de todas las fuerzas sociales que son parte de este proceso de cambio. Lo necesitamos dirigiendo hoy con los compañeros Luis Arce y David Choquehuanca, pero también con su experiencia guiando la reconstrucción de Bolivia después de esta crisis.

En el contexto de las próximas elecciones, ¿cuáles son las garantías para que Luis Arce pueda disputar la presidencia en un proceso transparente?

Son muy bajas. Pero aquí estamos, no existe otra forma de apostar por la democracia que no sea a través de un proceso electoral. Y es extraño, porque se jactaban de que existió un fraude monumental, cuando las encuestas hoy nos dan cifras similares a las que teníamos en el 2019. Las encuestas hoy hablan claramente de que Arce, David y el Movimiento al Socialismo ganarían la presidencia en primera vuelta. Pero, insisto, creo que espacios como este, que contribuyen a visibilizar la situación y el contexto de Bolivia, particularmente por la confluencia de la crisis sanitaria, la crisis económica y el golpe de Estado, contribuyen a visibilizar algo que a nosotros nos importa, que es cómo avanza el proceso electoral en sí. No solamente el día de las elecciones, sino también el contexto y las condiciones en las cuales se lleva adelante el proceso electoral. La condición de desigualdad que existe, porque el país está paralizado, pero el gobierno que es candidato no está paralizado. El uso de la publicidad del Estado, decían que no se iba a producir, y hoy finalmente se produce. Pero además de eso, la vulneración permanente de derechos humanos y la persecución sistemática de nuestros compañeros. Igualmente tenemos buenas perspectivas, seguimos reflejando la voluntad mayoritaria del pueblo boliviano y eso nos llena de esperanzas.

 

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* Respectivamente: Productora cultural y feminista. / Periodista (Twitter: @juanmapdomongu1).

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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