Pros y contras
Por Fernando Thourte*
Los politólogos disienten a la hora de evaluar el bipartidismo. Por un lado, puede contribuir a generar estabilidad, en la medida en que dos fuerzas compiten por el electorado de centro. Pero también puede conspirar contra una adecuada representatividad de los ciudadanos que no se sienten expresados por ninguno de los dos partidos mayoritarios.
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En diciembre de 2001, tanto desde sectores de la opinión pública como desde buena parte de las ciencias sociales se pronosticaba el final del radicalismo y la alteración definitiva del bipartidismo, en un proceso que habría comenzado con la firma del Pacto de Olivos y habría continuado con el ascenso...
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