Buscando un símbolo de fuerza
Especialistas en manipulación psicológica, buscadores de récords de flexiones, gurúes de la competencia salvaje anudan entre las redes y la vida cotidiana experiencias que son causa y efecto de ese flujo. ¿Cómo afrontar la transformación de un sistema de valores, expectativas y comportamientos que va cayendo en desuso cuando las instituciones oficiales o la generación precedente se limitan a seguir la inercia del pasado? ¿Cómo ingresar a la independencia económica, las relaciones de pareja y asociación y cómo controlar las frustraciones del camino? A esas preguntas parece responder un embrión de subjetividad que afronta con ansia de poder un mundo tan prometedor como esquivo, una transformación que se suma a otras que signaron el rumbo de las juventudes en los últimos 10 años. Se autodefinen estoicos. Podemos entenderlos a partir de un contraste con algo que parece nuevo pero ya es tradición.
Nueva Esparta
La espiritualidad de la nueva era, que lleva más de 60 años de expansión, es hija de una tradición cuyo núcleo era una expectativa de transformación en la que se unían los movimientos por la autonomía del sujeto, la crítica a las segmentaciones entre cuerpo, alma y mente, y la recuperación de diversos saberes al servicio de sanaciones, mejoras anímicas, morales e incluso materiales. La vieja nueva era horizontalizaba el mundo y performaba armonías que podían denunciarse como irreales.
Las nuevas expresiones apuntan a hacer de cada sujeto un titán del autocontrol, un guerrero invencible en un mundo en el que sólo sobreviven los más fuertes. De la vieja nueva era retoman la aspiración y el método de mejorarse a sí mismo, las referencias a otros tiempos y otras tierras. Del presente beben la glorificación de la jerarquía y la autoridad.
Anthony Giddens observó que los manuales de autoayuda, análogos a los manuales de buenas maneras medievales, renacentistas o barrocos analizados por Norbert Elias, hablaban de una época, una que puede interpretarse a partir de estas influencias si se entiende que su clave es la del combate existencial entre bloques, países, regiones y, por qué no, sujetos. De ahí viene una voluntad de fortaleza, de control y ascetismo que recuerda más a Esparta que a Atenas.
La recuperación demótica del estoicismo, promovida por referentes virtuales contemporáneos, convierte esta referencia en algo similar al entrenamiento de un marine. En la autoayuda actual, las virtudes clásicas de templanza y coraje se despojan de la dimensión moral y filosófica que influyó en Immanuel Kant. En la versión del tercer milenio, el estoicismo deviene en el arte de imponerse ante la presencia casi siempre amenazante del otro.
Hoy, la experiencia de y con los pares se elabora en libros, tutoriales, cuentas de Instagram o X, y, en tanto efecto del mismo proceso, hace sinergia con la trayectoria vital de jóvenes que nos hacen entender por qué se está hablando de esto.
La disciplina corporal
“El dolor es momentáneo, la gloria eterna” es el pie de una publicación de Instagram de Gero Arias. En dos de las fotos exhibe sus músculos con el Coliseo Romano de fondo; en otra muestra sus manos llenas de callos y lastimaduras. El escalador e influencer argentino ganó fama internacional por un reto que ahora lleva su nombre en muchos de los posteos de sus imitadores: realizar una dominada más por cada día que pase del año. El joven lo intentó por primera vez en el año 2023 y falló en el día 281 en una plaza de Perú, frente a una multitud que lo vitoreaba. En 2024, con más de seis millones de seguidores, se propuso finalizar el reto frente al Obelisco porteño. Sus videos más populares lo muestran sobre ríos infestados de cocodrilos, con arañas recorriendo su torso, suspendido de helicópteros o grúas.
Gero Arias es un claro signo de esta nueva moral de la que pretendemos dar cuenta. Los jóvenes que se ponen a prueba en este tipo de desafíos son el eslabón más visible de toda una larga cadena de prácticas cada vez más difundidas. La calistenia, el gimnasio, los deportes de contacto son instrumentos fundamentales de la sociabilidad espartana, pilar en la lógica actual de las redes sociales, las cuales otorgan un alto valor a la apariencia física y refuerzan su importancia en la construcción de la identidad personal. Sucede que en un contexto de incertidumbre generalizada y de obsolescencia de los caminos tradicionales, el “yo” se convierte en la única certeza, el único objetivo y el único medio seguro. La optimización física en este contexto se considera fundamental para la supervivencia y la autosuperación. Actividades como el control del sueño, la eliminación de tiempos muertos, una buena nutrición y el fortalecimiento muscular devinieron prácticas imprescindibles para hacer frente a un mundo cada vez más consolidado.
La disciplina mental
Luciano tiene 19 años. Nació en Capital Federal en el seno de una familia de clase baja. Aunque describe una relación difícil con sus progenitores, pondera como moralmente positivos y existencialmente necesarios los valores transmitidos por su padre: el trabajo, el esfuerzo, la doctrina según la cual para conseguir algo es necesario “romperse el lomo” y exigirse la mejor versión de uno mismo –por más que lo lleve a la constante sobreexigencia, generando estrés, angustia y ansiedad permanentes–.
A los 16 años, Luciano comenzó a trabajar repartiendo diarios con el padre. A los 18, cuando terminó el secundario en una técnica, consiguió trabajo como metalúrgico. Primer objetivo conseguido: de muy chico soñaba con trabajar entre esas máquinas que ahora forman parte de su día a día. Su segundo gran logro fue comprarse la moto. Para alcanzar esto último, cuenta, fue preciso recortar muchos gastos, dejar de salir con amigos, compartir más comidas con sus progenitores. Luciano se enorgullece tanto de su vehículo como de los callos en sus “manos de obrero”, como dice no sin jactancia, recuperando la resiliencia heredada de su familia.
El hipercontrol del tiempo es otro elemento central de la nueva nueva era. Se asume que los frutos del esfuerzo serán mayores no sólo en proporción al esfuerzo realizado, sino también en función de cuán enfocado esté en una recompensa a largo plazo. Para lograr esto, es necesario fortalecer la concentración, desarrollar una lectura estratégica de las oportunidades que ofrece el contexto y analizar las amenazas con atención. Si estas últimas representan un obstáculo para alcanzar los objetivos, no se debe perder tiempo en la autocompasión ni en la autocomplacencia. Se debe actuar.
La ponderación moral de la autonomía
Gastón, de 25 años, está profundamente interesado en la paleontología y la genética. Su paso por el secundario estuvo plagado de obstáculos, en primer lugar, sus problemas de conducta. Muchas veces se vio envuelto en peleas con sus compañeros, conflictos que considera parte del entrenamiento para la vida. Las instituciones educativas le resultan una pérdida de tiempo y una forma de acceso al conocimiento que ha quedado obsoleta gracias a Internet.
Gastón valora la autonomía, no sólo como aspiración sino como obligación moral. Este ideal busca evitar cualquier forma de influencia externa en el camino elegido. Al igual que buena parte de los jóvenes contemporáneos, Gastón valora el autodidactismo de YouTube, foros o libros no académicos como una especie de emancipación cognitiva.
La autonomía no se reduce al campo del saber. El afán de emancipación se manifiesta también en la desconfianza hacia la terapia psicológica en general y, en particular, hacia el psicoanálisis. Así, Gastón, vestido con una musculosa negra y cenando tan sólo una empanada, afirma con orgullo que suele paliar los momentos de angustia haciendo ejercicio y que no tiene ningún interés por la psicoterapia. La disciplina mental y corporal actúa como una forma de terapia, un mecanismo para enfrentar los desafíos psíquicos del ritmo de vida contemporáneo. Un mundo irremediablemente hostil entraña pesares. El empeño superador ante la alternativa de la victimización es la brújula de la nueva nueva era.
Género
En este contexto resurgen valores vinculados a la masculinidad, como el rechazo a la vulnerabilidad, la autocompasión y la autocomplacencia, suponiendo una expansión y reformulación de la lógica del “aguante”. La templanza y el control frío se valoran como atributos esenciales en situaciones de riesgo, mientras que la mejora física se orienta hacia la preparación constante para el combate. Esta frialdad no implica pasividad, sino un estado activo de disciplina.
El empeño superador ante la alternativa de la victimización es la brújula de la nueva nueva era.
La relación con las mujeres es percibida como un potencial obstáculo para el logro de metas, convicción que fomenta actitudes de sospecha o desprecio hacia lo femenino, considerado incompatible con la autosuficiencia masculina. Figuras como El Bananero, ícono del humor obsceno, resurgen como referentes que canalizan una crítica a lo políticamente correcto y refuerzan una desconfianza hacia las mujeres, reflejada también por influencers y plataformas de streaming.
Así, surgen consejeros amorosos que abogan por evitar relaciones afectivas profundas, promoviendo vínculos sexuales utilitarios o incluso la ausencia de relaciones. Este enfoque, aunque no siempre implica misoginia explícita, evidencia una sensibilidad que prioriza metas individuales y rechaza cualquier distracción que pueda interferir en los objetivos, especialmente las emocionales.
Aunque esta sensibilidad es más frecuente entre hombres, también hay mujeres que la adoptan a través de un “mujerismo” que muchas veces asume una posición doctrinariamente antifeminista. Estas mujeres no ven la desigualdad de género como un problema social, sino como una diferencia física y metafísica que no puede superarse pero sí mitigarse con esfuerzo, disciplina y auto-optimización. Reconocen una ventaja estratégica en la torpeza atribuida al psiquismo masculino.
Por ejemplo, Ailén, una influencer fitness, utiliza su optimización física no sólo con fines estéticos, sino como una herramienta de defensa personal y de capitalización de la libido masculina. Aprovecha la sexualización del cuerpo femenino como recurso económico, subiendo contenido pago en redes sociales y explotando las expectativas masculinas. En este marco, las mujeres también tienden a percibir las relaciones con hombres como posibles obstáculos para sus objetivos. Influencers promueven una “autoayuda erótica” similar a la masculina, donde valoran el dinero como un indicador de éxito en los hombres, equiparando este atributo al cuerpo trabajado en las mujeres. Para ellas, el cuerpo hegemónico, fruto del esfuerzo, es un símbolo equivalente a bienes materiales como automóviles de lujo.
Además, este mujerismo encuentra en el mercado un espacio de competencia y equiparación con los hombres. Eva, una joven emprendedora, aplica la lógica del mercado a las relaciones amorosas, evaluando “costos y beneficios” como si se tratara de un negocio. Según ella, tener pareja implica pérdidas potenciales comparables a las dificultades de emprender en un país con alta inflación, manifestando una visión pragmática y calculadora de los vínculos afectivos.
Identidad política
Con un repertorio que ensambla la actualidad con retazos del pasado, se configura el ethos de un tiempo donde el autoritarismo y la jerarquía emergen como una contracultura en ascenso.
La autogestión, orientada a enfrentar un tiempo de absoluta incertidumbre, responde a la doble necesidad de redefinir tanto los medios como los fines a través de una plataforma cultural que integra pasado y futuro. El núcleo de esta transformación radica en el “yo” como el camino hacia objetivos que ya no son los tradicionales. Medios antes secundarios, como la optimización física, el hipercontrol del tiempo y una desconfianza activa hacia los demás –en particular, hacia el género opuesto–, adquieren ahora un protagonismo destacado en la forma en que estos sujetos proyectan su futuro.
Esta forma de “voluntad de poder” carece de una identidad política definida de antemano, aunque los valores y los medios considerados legítimos para alcanzar los objetivos muestran afinidades con discursos de derecha (siempre y cuando se admita que esos ideales hoy son transversales a distintas identidades políticas). En particular, el énfasis en la libertad económica y el mérito individual establece vínculos con propuestas políticas de este sector.
Conscientes de que la vertiginosidad del mundo contemporáneo ha dejado a muchos atrás en la lucha por la supervivencia, los nuevos estoicos consideran que los “descarriados” pueden recurrir a venganzas, pequeñas o grandes, atacando la propiedad y la integridad de quienes perciben como competidores. En este contexto, la desconfianza hacia el otro se convierte en una estrategia necesaria para la supervivencia. El perfeccionamiento de sí requiere del gobierno de los otros.
* Respectivamente: Antropólogo y doctorando en Sociología. / Licenciado y Doctor en Antropología Social. Profesor en la UNSAM.