¿Cómo el Caribe está gestionando una resiliencia climática?
En su intervención ante la Asamblea General de la ONU el 27 de septiembre de 2024, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, advirtió: “Nuestras islas están en la primera línea de una catástrofe climática que no causamos [y] de una crisis de deuda que no creamos” (1). Su declaración refuerza las proclamadas por muchos de sus pares caribeños, quienes llamaron a la comunidad internacional a brindar apoyo urgente para enfrentar los efectos cada vez más graves del cambio climático. “Si alguna vez hubo un momento para hacer una pausa y reiniciar, es ahora”, afirmó Mia Mottley, primera ministra de Barbados.
Siendo la segunda región más propensa a desastres en el mundo y “zona cero” de la crisis climática global, el Caribe parecería contar con el apoyo económico internacional para financiar los esfuerzos de adaptación y mitigación. Sin embargo, la respuesta mundial a las peticiones de ayuda ha sido, hasta ahora, decepcionante. El resultado es una región que, a pesar de establecer asociaciones y participar en la diplomacia climática internacional, sigue estando peligrosamente expuesta a la vulnerabilidad.
Empeoramiento de los riesgos
Aunque su contribución a las emisiones globales de gases de efecto invernadero es mínima, el Caribe se encuentra hoy desproporcionadamente más vulnerable al cambio climático. Debido a su baja altitud geográfica, su elevado porcentaje de costa respecto a la superficie terrestre y su dependencia de ecosistemas frágiles, los pequeños Estados insulares en desarrollo de la región (SIDS, por su sigla en inglés) son especialmente susceptibles a los riesgos climáticos derivados del aumento del nivel del mar, las lluvias intensas, las inundaciones y la erosión costera.
Lejos de ser otro problema a largo plazo que los políticos pueden soslayar, el cambio climático representa una amenaza grave e inminente para los Estados caribeños. Los eventos meteorológicos extremos, como el huracán Beryl —el primer y más potente huracán de categoría 5 que se ha formado en el Atlántico— son cada vez más frecuentes y severos (2). En las próximas décadas, algunos SIDS podrían volverse inhabitables, lo que impulsaría la migración y el desplazamiento interno e intrarregional (3).
Estos eventos climáticos ejercen una inmensa presión sobre las naciones caribeñas, con economías pequeñas y poco diversificadas, ya que cada desastre natural tiene impactos económicos devastadores: en septiembre de 2017, el huracán María arrasó la isla de Dominica, causando daños y pérdidas estimadas en 1.300 millones de dólares, aproximadamente el 224% del PIB del país.
El cambio climático también pone en peligro el turismo, un pilar fundamental de muchas economías caribeñas, ya que los desastres naturales dañan o destruyen resorts e infraestructuras turísticas, ahuyentan a los visitantes y reducen los ingresos. Las sequías prolongadas, los cambios en los patrones de lluvia y el aumento de las temperaturas también amenazan la agricultura en toda la región, reduciendo los rendimientos de los cultivos, prolongando la escasez de alimentos y afectando la rica biodiversidad del Caribe.
Sin embargo, el mayor desafío inducido por el cambio climático sigue siendo el financiamiento, ya que los costos de recuperación de los desastres suelen ser abrumadores. En muchos casos, estas catástrofes hunden aun más en la deuda a los países caribeños, que ya se encuentran entre los más endeudados del mundo, al intentar reconstruirse (4). Muchos de los SIDS de la región simplemente no cuentan con los recursos ni la infraestructura necesarios para prepararse, responder y adaptarse adecuadamente al cambio climático.
La magnitud de los desafíos climáticos que enfrentan las naciones caribeñas exige tanto acciones inmediatas como la creación de estrategias de resiliencia a largo plazo.
Acciones nacionales y regionales
A falta de avances globales significativos para combatir el cambio climático, los países del Caribe están tomando cada vez más medidas a escala nacional. En Barbados, la iniciativa Roofs to Reefs de Mottley busca fortalecer la resiliencia climática mediante inversiones públicas dirigidas a reforzar la construcción de viviendas, aumentar el uso sostenible de la tierra, restaurar los arrecifes de coral y gestionar los recursos hídricos (5). En Dominica, el Gobierno está impulsando la diversificación económica y construyendo infraestructura más resistente a los eventos climáticos. Mientras tanto, San Vicente y las Granadinas está desarrollando pesquerías climáticamente inteligentes y acuicultura sostenible, mientras que Granada está ampliando su participación en energías renovables y adoptando prácticas energéticas más eficientes, especialmente en el transporte.
Esta serie de medidas nacionales drásticas se desarrolla en paralelo con una cooperación regional igualmente expeditiva. Conscientes de su vulnerabilidad única ante los impactos climáticos, las naciones caribeñas han forjado colaboraciones, como la Comunidad del Caribe (CARICOM), para defender sus intereses colectivos en los foros internacionales.
Los SIDS del Caribe y otras regiones también han recurrido a la unión como estrategia de fortaleza. Por ejemplo, la Alianza de los Pequeños Estados Insulares, fundada en 1990 por una coalición de naciones costeras insulares, entre ellas Trinidad y Tobago, es una agrupación informal que reúne a dieciséis países caribeños con el objetivo de amplificar sus voces en las discusiones internacionales. La alianza fue una de las principales defensoras del primer tratado mundial para abordar el cambio climático en 1992. A medida que la crisis climática se intensifica, la alianza está centrando sus esfuerzos en garantizar compromisos de asistencia financiera y apoyo técnico por parte de los países desarrollados. En particular, exige una reforma del sistema financiero internacional para asegurar que las necesidades de los SIDS sean debidamente atendidas.
El futuro del Caribe
Aunque pequeños, los países del Caribe son los más activos en las negociaciones internacionales sobre el clima. A través de su participación en el Acuerdo de París y en la conferencia climática anual de la ONU, se han posicionado como defensores de una acción climática ambiciosa, a menudo estableciendo objetivos más agresivos que los de países más grandes y desarrollados.
En la conferencia climática de la ONU de 2022 en Egipto, por ejemplo, las naciones caribeñas desempeñaron un papel fundamental en la creación del histórico Fondo de Pérdidas y Daños, destinado a proporcionar asistencia financiera a los países vulnerables que más sufren los efectos devastadores del cambio climático (6). Considerados países de ingresos medios-altos o altos, muchos SIDS del Caribe no califican para préstamos a bajo interés ni para otras formas de ayuda financiera de instituciones multilaterales como el Banco Mundial, a pesar de ser algunos de los más expuestos a los desastres climáticos. Sin embargo, los aproximadamente 700 millones de dólares comprometidos para el Fondo en la conferencia de la ONU de 2023 representaban menos del 0,2% de las pérdidas en daños que los países en desarrollo experimentan cada año.
La respuesta de los países desarrollados a los esfuerzos caribeños ha sido dispar. Mientras algunos han prometido ayuda financiera y apoyo técnico—como Estados Unidos a través de su iniciativa U.S.-Caribbean Partnership to Address the Climate Crisis 2030 (PACC 2030) bajo la presidencia de Joe Biden— la mayoría se mantiene intransigente mientras los Estados caribeños se esfuerzan por aunar acciones coordinadas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y abordar las desigualdades sistémicas. Aunque iniciativas como el Green Climate Fund han contribuido a movilizar fondos para los países en desarrollo, persisten disparidades en la financiación y la implementación. Muchos líderes caribeños sostienen que las promesas internacionales suelen ser insuficientes y tardías. “El sistema financiero internacional está sesgado, es obsoleto e injusto: castiga a los más vulnerables mientras recompensa a los ya ricos y prósperos con condiciones favorables para sus instrumentos financieros”, declaró el primer ministro de Antigua y Barbuda en la Asamblea General de la ONU de 2024.
El financiamiento sigue siendo el principal mecanismo a través del cual las naciones caribeñas buscan impulsar la acción climática, pero sus esfuerzos han caído, en gran medida, ante oídos sordos. Según el Fondo Monetario Internacional, las necesidades de inversión para la adaptación en el Caribe superan los 100.000 millones de dólares, aproximadamente un tercio de la producción económica anual de la región. Sin embargo, hasta mediados de 2023, fondos climáticos como el Green Climate Fund sólo habían aprobado 800 millones de dólares para los países caribeños, una cantidad ínfima en comparación con sus necesidades reales. Los países más desarrollados son menos propensos a contribuir a los esfuerzos regionales porque el cambio climático no les afecta de manera tan inminente. Además, el apoyo a estas iniciativas no genera tanto impacto mediático como sí lo hace la mera participación en cumbres internacionales.
Sin embargo, a estos países les convendría actuar, ya que también sufrirán las consecuencias del cambio climático –no inmediatamente por el colapso agrícola o la despoblación masiva, sino por el aumento de la migración inducida por el clima y la inestabilidad regional–. Para prevenir las crisis climáticas, es fundamental desarrollar y financiar con antelación mecanismos como el Fondo de Pérdidas y Daños. Esto no sólo puede prevenir el desplazamiento masivo y la migración forzada, sino que también ayuda a reforzar la estabilidad y la seguridad regionales. Estos llamados “fondos para los días de lluvia” del presente son la mejor defensa del mundo para enfrentar los desastres climáticos del futuro. Y habrá muchos días de lluvia en el futuro del Caribe.
1. https://gadebate.un.org/sites/default/files/gastatements/79/ag_en.pdf
2. https://www.bbc.com/news/articles/cn09gn5pvqqo
3. https://blogs.iadb.org/sostenibilidad/en/how-is-climate-change-impacting-small-islands-in-the-caribbean/
4. https://www.cbc.ca/news/science/caribbean-climate-disasters-debt-storm-1.7387712
5. https://consensomontevideo.cepal.org/en/instrument/roofs-reefs-programme
6. https://www.unep.org/news-and-stories/story/cop27-ends-announcement-historic-loss-and-damage-fund
* Redactora sobre América Latina e inmigración en el Council on Foreign Relations. Algunas de las reflexiones presentadas en este artículo se publicaron anteriormente en https://www.cfr.org/backgrounder/how-caribbean-building-climate-resilience