Crisis climática, un problema de derechos humanos en Filipinas
La Comisión de Derechos Humanos de Filipinas dictaminó el 6 de mayo de 2022 que los Gobiernos y las empresas comparten la responsabilidad del cambio climático como un asunto de derechos humanos (1). Si bien no se ordenó ninguna compensación, la decisión afirmó que las comunidades pueden responsabilizar a las corporaciones por los daños relacionados con el clima. La petición, presentada en 2015 por grupos de la sociedad civil y particulares, en su mayoría sobrevivientes de tifones, responsabilizaba a las principales compañías de combustibles fósiles por violaciones a los derechos humanos relacionadas con el cambio climático.
En enero de 2025, pescadores municipales, la sociedad civil, la Oficina de Pesca y Recursos Acuáticos y el Gobierno local costero presentaron una petición contra la decisión de la Corte Suprema que permite la pesca comercial dentro de las aguas municipales de 15 km, aguas que el Código de Pesca de Filipinas reserva para los pescadores de pequeña escala (2).
En respuesta a la solicitud de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en marzo de 2023, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) llevó a cabo un proceso histórico del 2 al 13 de diciembre de 2024 en La Haya para evaluar las obligaciones legales de los Estados en la protección del clima y las consecuencias del incumplimiento. Se espera que la opinión consultiva de la CIJ sea publicada este año.
A pesar de estos esfuerzos legales y fallos históricos, Filipinas sigue siendo vulnerable, no sólo a la crisis climática, sino también a la continua indiferencia del Gobierno hacia los derechos humanos y la justicia climática.
Alta vulnerabilidad
Situada en el Sudeste Asiático entre el Mar de China Meridional y el Océano Pacífico Occidental, Filipinas es altamente vulnerable a los tifones y marejadas ciclónicas debido a sus 7.100 islas. A pesar de la frecuencia de las calamidades, los líderes siguen romantizando la “resiliencia”, mientras que las comunidades permanecen sin derechos o con derechos limitados a la seguridad, la protección y un entorno habitable. El 26 de septiembre de 2009, el tifón Ondoy (Ketsana) trajo una cantidad increíble de precipitaciones, inundando todo el área metropolitana de Manila durante meses. Este evento marcó el inicio del cambio climático y las alteraciones meteorológicas que se volvieron frecuentes en los años siguientes.
Ciclo de tifones en Filipinas
Antes del tifón más fuerte del mundo que golpeó Filipinas en noviembre de 2013, el tifón Yolanda (Haiyan), el país sólo contaba con cuatro señales de advertencia de ciclón tropical, que medían la capacidad de viento del tifón. El 19 de octubre de 2016, Filipinas activó por primera vez una señal de categoría 5 para la aproximación del Súper Tifón Lawin (Haima) en Luzón. El Súper Tifón Yolanda tocó tierra en la región de Visayas como una tormenta de categoría 5, con vientos máximos sostenidos de hasta 315 km/h y ráfagas de hasta 379 km/h. La provincia de Leyte fue devastada, dejando más de 5.000 personas muertas, 1.800 desaparecidas y 14 millones de personas afectadas. La ciudad de Tacloban, en Leyte, fue fuertemente golpeada por la marejada ciclónica.
Históricamente, el país experimentaba tifones inusualmente fuertes cada 20 años aproximadamente (3). Sin embargo, los súper tifones se han vuelto más frecuentes que el ciclo anterior. Según el Centro Asiático de Reducción de Desastres, Filipinas recibe un promedio de 20 tifones por año, de los cuales cinco son destructivos. En noviembre de 2024, el país experimentó cuatro tifones que tocaron tierra en menos de 10 días.
Los patrones climáticos
Las crisis climáticas son causadas principalmente por las empresas productoras de combustibles fósiles, responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los países desarrollados con grandes poblaciones también contribuyen, mientras que los países menos desarrollados, en el extremo receptor, son los que más sufren las consecuencias.
Las actividades madereras, la deforestación para dar paso a zonas industriales, agricultura corporativa y áreas residenciales, la minería y la contaminación también agravan el cambio climático y contribuyen a la pérdida de hábitats, lo que conduce a cambios en el comportamiento de animales e insectos que pueden llegar a propagar virus a los humanos.
Los patrones climáticos se han vuelto impredecibles, con lluvias e incluso tifones ocurriendo durante temporadas típicamente calurosas (de marzo a mayo) e incluso en noviembre y diciembre. La temporada de siembra en Filipinas suele realizarse de junio a agosto, considerada como temporada de lluvias. Jonjon B. Sarmiento, agricultor agroecológico, advierte que los climas extremos provocan plagas resistentes, lo que amenaza la seguridad alimentaria.
“Los tifones devastadores y los entornos costeros degradados, los arrecifes de coral, los ecosistemas forestales, los riesgos geológicos y la densidad de población humana están estrechamente relacionados”, señaló el Dr. Arvin Diesmos, director de la Unidad de Gestión de Información sobre Biodiversidad del Centro de Biodiversidad de la ASEAN. Los esfuerzos del Gobierno filipino para mitigar la crisis climática también son loables. Después del tifón Haiyan en 2014, desarrolló mapas de riesgos para 171 ciudades y municipios afectados del corredor Yolanda bajo el proyecto Evaluación Operativa Nacional de Riesgos (NOAH) del Departamento de Ciencia y Tecnología (DOST), que fue el programa insignia del Gobierno para la reducción del riesgo de desastres.
En 2017 el proyecto se desfinanció alegando falta de presupuesto, pero ese mismo año fue adoptado por el sistema de la Universidad de Filipinas. Conocido ahora como el Centro NOAH de la UP, el proyecto utiliza tecnología para fortalecer la preparación ante desastres mediante el monitoreo en tiempo real y el mapeo de alta resolución de riesgos de inundación, deslizamientos de tierra y marejadas ciclónicas. La aplicación NOAH se puede descargar en teléfonos celulares, donde casi todos pueden acceder a los posibles riesgos en sus comunidades, mejorando la comunicación y la preparación.
Los esfuerzos colectivos del país, como la institucionalización del sistema de Evaluación de Riesgos Pre-Desastre (PDRA) del Consejo Nacional de Gestión de la Reducción del Riesgo de Catástrofes y el acceso democratizado a la innovación y la tecnología a través del Proyecto NOAH, han construido comunidades más resilientes, reduciendo el número anual de las víctimas mortales por fenómenos meteorológicos severos –de 1.253 (1986-2013) a 295 (2014-2024)– según la base de datos EM-DAT, un registro global del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED).
Oídos sordos a los reclamos
Pero, ¿es suficiente controlar la reducción de víctimas? ¿Y los esfuerzos de reconstrucción y mitigación?
En el informe WorldRiskIndex de 2024, Filipinas ocupó el primer lugar entre 193 países como el más propenso a desastres, con un puntaje de 46,91 (4). La evaluación se compone de susceptibilidad, capacidad de respuesta y adaptación, todas áreas en las que el Gobierno queda corto. A pesar del bajo número de fatalidades, el acceso a servicios sociales, reconstrucción y medios de subsistencia para los millones de afectados por los cambios climáticos severos sigue siendo uno de los mayores desafíos.
Agencias gubernamentales clave como el DOST sufrieron otro recorte presupuestario (5). El Proyecto Dynaslope, un sistema comunitario de alerta temprana de deslizamientos de tierra, es uno de los directamente afectados. Esto resultó en despidos masivos de científicos y expertos en 2024.
La región metropolitana de Manila, hogar de más de 14 millones de personas, sufre de una planificación urbana deficiente. Se ocuparon vías fluviales clave para dar paso a edificios, lo que agravó las inundaciones ribereñas y destruyó la biodiversidad marina. Las campañas de limpieza y la gestión de residuos son insuficientes. Las medidas parche del Gobierno para controlar las inundaciones y la “culpabilización de las víctimas” en las comunidades urbanas pobres sólo agravan el sufrimiento de los grupos marginados. Las actividades de reclamación en la Bahía de Manila empeoran el problema y, al mismo tiempo, desalojan violentamente a comunidades urbanas pobres y pesqueras.
Mientras enfrenta la crisis climática, el Gobierno no ha logrado proteger los bosques. En 2021, el entonces presidente Duterte levantó una moratoria de nueve años sobre acuerdos mineros para “apoyar proyectos gubernamentales”, una medida respaldada por el presidente Marcos Jr. (6). Los pueblos indígenas y pequeños agricultores fueron desplazados incluso antes de la moratoria. El Estado utiliza frecuentemente a las Fuerzas Armadas para reprimir protestas y silenciar la disidencia, haciendo de Filipinas el país más mortífero de Asia para los defensores ambientales.
A pesar de la existencia de leyes ambientales y de los esfuerzos de la sociedad civil, activistas y particulares que instan al Gobierno a abordar la crisis climática, del otro lado hacen oídos sordos y optan por soluciones superficiales, como la entrega de paquetes de ayuda y la construcción de infraestructuras que no suelen resistir climas extremos.
Así, pese a sus bajas emisiones de gases de efecto invernadero, Filipinas sigue siendo vulnerable a la crisis climática. Y esta vulnerabilidad se ve exacerbada por la burocracia y la corrupción rampante. La total indiferencia del Gobierno por la protección del medio ambiente constituye claramente una violación de los derechos humanos. Seguimos atrapados en un ciclo de devastación y recuperación temporaria a merced de los políticos.
1. https://www.greenpeace.org/southeastasia/press/45336/landmark-inquiry-finds-legal-grounds-to-hold-climate-destroying-corporations-accountable
2. https://business.inquirer.net/500156/bfar-appeals-sc-ruling-allowing-commercial-fishing-in-municipal-waters
3. https://th.boell.org/en/2022/01/21/climate-disasters-philippines
4. https://weltrisikobericht.de/worldriskreport/
5. https://newsinfo.inquirer.net/2014625/no-dost-budget-hike-for-2025-zubiri
6. https://www.pna.gov.ph/articles/1136843
Algunas de las reflexiones presentadas en este artículo se publicaron anteriormente en https://th.boell.org/en/2022/01/21/climate-disasters-philippines
* Periodista y editora filipina radicada en Tailandia. Máster en Mujeres y Desarrollo por la Universidad de Filipinas.